domingo, 4 de septiembre de 2016

Cicatrizante natural, desinflamatorio ancestral, espesante de salsas, y alimento balanceado para animales, la tara cuenta con tantas posibilidades como peligros. Visitamos la planta de los hermanos García Ayala, exportadores de sus productos derivados.

La República.pe.- Un dato nos puso en alerta en julio pasado: De las poco más de 11 mil solicitudes de patentes en el mundo, cerca de 4 mil le pertenecen a la tara, ese árbol torcido con vainas rojizas y rugosas que aún percibimos con distancia desde la capital. Como sucedió con el aguaymanto, pero sobre todo con la maca, la tara es un tesoro ignorado que valoramos a destiempo, siempre a la espera de un remezón.

El Perú es el principal productor de tara pero no le basta para satisfacer la demanda internacional. Alcanza las 4.800 hectáreas en producción, cuando se requerirían 10 mil. Esta brecha de cinco mil hectáreas y las patentes representan un reto y una preocupación para los García Ayala. Para darnos una idea, en la actualidad se exportan anualmente 40 millones de dólares de tara. De este monto, les corresponden 9 millones de dólares (mil toneladas) a estos hermanos ayacuchanos, dueños de la empresa G & A Agroproducts SAC.
Nos encontramos en Puente Piedra, en su planta de producción. Hasta aquí llegan miles de sacos con semillas y vainas de su fundo en Jayanca (camino a Olmos), al nororiente de Lambayeque (así como de Cajamarca, Áncash y Ayacucho, sus centros de acopio), para ser procesados y obtener, por transformación primaria, tres productos: goma, germinado y polvo de tara.
El primero es empleado en la industria alimentaria para espesar salsas y guisos, imprimirle 'cuerpo' a cervezas y néctares e incluso mantener la humedad de quesos frescos. Con el germinado, que en realidad es un subproducto de la semilla, se elaboran, por su alta cantidad de proteínas, alimentos balanceados para peces y ganado. El polvo, proveniente del envoltorio, es codiciado por su concentración de taninos (toxinas con propiedades astringentes y antiinflamatorias, entre otras) para la curtiembre de cuero y la industria farmacéutica.
El máximo importador de tara en el mundo es China. Precisamente por el polvo, pues a partir de él obtienen ácido gálico (con un valor de venta por kilo que se sextuplica).Desde hace unos años los chinos han intentado cultivar tara, pero sus tierras no les han respondido. Todavía, claro. Con ellos, como se sabe, es cuestión de tiempo. Por eso los García Ayala han tomado el toro por las astas: planean patentar su variedad de tara e instalar una nueva planta a fines de 2017 y convertirse, de este modo, en el primer productor de Bactrim en Sudamérica. Un bactericida de amplio espectro fabricado en la India cuyo precio duplica al del ácido gálico.

Expansión

Foto en blanco y negro en la sala de reuniones de los García Ayala. Aire señorial de los sesenta: cinco tipos en camisa, pantalón y saco. Destaca uno, en la imagen y en el título debajo: Don Adolfo García, el mayor acopiador de tara en Ayacucho (500 toneladas anuales), adquiere su primer tractor agrícola en 1965. Todo comenzó allí para cinco de sus doce hijos que continúan el legado de la tara.
Tres de ellos se han dado cita esta mañana: Javier (56), Teodolo (50) y Víctor (45). Hoy están juntos en cualquier emprendimiento. Hace unas décadas se pisaban los talones hasta que un 29 de agosto, conmemorando un cumpleaños más del patriarca, se fijaron una meta conjunta: adiestrar la tara y llevarla a la costa.
En Jayanca, en su fundo de 280 hectáreas, donde oscila un clima seco entre los 15 y los 25 grados, han logrado, por sus procesos de selección e innovación tecnológica, que sus plantas de tara den frutos desde los dos años, y no a los seis como sucede con los árboles silvestres.
Huimos de Ayacucho a inicios de los noventa por la inseguridad. Una de nuestras hermanas falleció a causa de una bomba”, lamenta Teodolo.
En Lambayeque han olvidado el horror y se han asomado a la prosperidad.Comprarán otro fundo con 500 hectáreas más.
“Somos los pioneros en 'domesticar' la tara en la costa, y por eso nos preocupa que otros países quieran patentarla. Si no despertamos, tanto el gobierno como los productores, ocurrirá lo mismo que con la maca”, sostiene Víctor.
Los García Ayala no prentenden quedarse en el grupo de exportadores primarios.
“Un cliente en Brasil elabora sachets de tara para enjuague bucal. Otro la usa como antibactericida en aerosol. ¿Por qué nosotros no desarrollamos industria como ellos?”, cuestiona Javier, el mayor. La pregunta queda suelta.

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