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martes, 24 de junio de 2025

Catarata congénita infantil: por qué es vital detectarlas a tiempo y cuáles son sus factores de riesgo

 

  • La detección oportuna permite preservar la visión y prevenir consecuencias irreversibles.



Salud en Casa.- Cuando hablamos de cataratas, solemos asociarlas con adultos mayores. Sin embargo, también existen las cataratas congénitas, una condición menos frecuente, pero de alto impacto, que puede estar presente desde el nacimiento o desarrollarse en los primeros meses de vida del bebé. Por ello, conocer sus factores de riesgo y garantizar un tratamiento adecuado es clave para evitar secuelas en el desarrollo visual.


Desde el nacimiento o durante los primeros meses de vida, el sistema visual del bebé aún está en formación. Si en esta etapa se presenta una catarata congénita —una opacidad del cristalino—, puede interferir seriamente con el desarrollo visual, siendo una de las principales causas de ceguera infantil irreversible. “Es muy importante que la detección inicial la realice un pediatra o neonatólogo, quien examina el reflejo rojo al iluminar las pupilas. Si este reflejo no está presente, es una señal de alerta que requiere una derivación inmediata al oftalmólogo especializado”, explica el Dr. Juan Carlos Corbera, especialista de Oftálmica Clínica de la Visión.


Según la Organización para el Avance de la Medicina Pediátrica, las cataratas congénitas afectan aproximadamente a 1 de cada 250 recién nacidos en América Latina, lo que representa entre el 4 % y el 20 % de los casos de ceguera infantil. Su frecuencia varía según la región y está asociada a diversos factores predisponentes:


  • Herencia genética y antecedentes familiares.
  • Factores raciales que influyen en la incidencia.
  • Infecciones durante el embarazo, como rubéola, herpes, sífilis, varicela o toxoplasmosis.
  • Falta de control prenatal en zonas con acceso limitado a servicios de salud.
  • Mayor prevalencia en regiones como África y Latinoamérica, en comparación con países nórdicos, Estados Unidos o Europa.

Signos de alerta de una posible catarata congénita

Existen ciertos signos que pueden indicar la presencia de una catarata en un recién nacido o lactante:





  • Leucocoria: Reflejo blanquecino en la pupila. En lugar de lucir negra y transparente, la pupila se presenta blanca u opaca.
  • Estrabismo: Desviación ocular. Uno o ambos ojos no se alinean correctamente.
  • Nistagmus: Movimientos rápidos, repetitivos e involuntarios de los ojos.
  • Fotofobia: Sensibilidad exagerada a la luz. El niño muestra incomodidad, cierra los ojos con fuerza o evita la luz directa.

  • Cirugía y tratamiento

Dependiendo del caso, la catarata congénita suele operarse entre los 12 y 18 meses de vida. El procedimiento consiste en retirar la cápsula anterior del cristalino, eliminar el contenido opaco y colocar un lente intraocular adaptado al crecimiento del ojo. Este cálculo busca que, al finalizar el desarrollo visual —alrededor de los 6 o 7 años—, el niño alcance una visión cercana a la normalidad. El éxito del tratamiento no solo depende de la cirugía, sino también del seguimiento posoperatorio, que permite estimular la visión y prevenir complicaciones.

¿Qué ocurre si no se trata a tiempo?

Si no se realiza la cirugía de forma oportuna, la catarata congénita impide el desarrollo normal de la visión, generando ambliopía o “ojo perezoso”. Aunque se retire la catarata más adelante, la visión no se recupera, ya que el ojo necesita estímulo visual adecuado en los primeros tres años de vida para madurar correctamente.

 

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