jueves, 14 de agosto de 2025


Salud e
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 Casa.- “Mami, mami, vamos al palque a jugal”. Muchos padres piensan que hablar mal es solo una etapa en la niñez y que pasará con el tiempo. Pero, cuando el pequeño crece y sigue teniendo dificultades para pronunciar ciertos sonidos puede que tenga dislalia funcional (DF), un trastorno del habla que afecta la forma de comunicarse con el mundo.


El doctor Erick Olivera, pediatra de la Clínica Ricardo Palma, explica que la DF es una alteración del habla que se manifiesta cuando el niño omite, sustituye, distorsiona o añade sonidos al hablar, sin que haya una causa médica aparente, como problemas auditivos, neurológicos o estructurales en boca.


“El problema no se debe a una malformación o lesión, sino a una mala coordinación de los órganos del habla (lengua, labios, paladar, etc.). Puede producirse por falta de madurez neuromotora del habla, modelos lingüísticos incorrectos, factores psicológicos, estilos de crianza, pobre estimulación del lenguaje y dificultades en la percepción auditiva”, señala.



¿Cuándo preocuparse?

Es muy común que los pequeños no pronuncien las palabras correctamente durante el desarrollo del lenguaje; sin embargo, hay edades esperadas donde debe mejorar este problema. Por ejemplo, a los 4 años es común que solo las personas de su entorno familiar los entiendan; y a los 5 años, pueden tener errores para articular la s, l y r.



Pero, cuando el niño se frustra al hablar porque no lo entienden, sustituye u omite sonidos que afectan su comunicación, no pronuncia bien y además tiene un vocabulario muy pobre o dice frases muy cortas, es fundamental acudir al especialista para que lo evalúe y recomiende el tratamiento más adecuado para su caso. 



Este suele enfocarse en la rehabilitación fonoaudiológica, a través de ejercicios lúdicos, técnicas de articulación y trabajo con la familia. Los objetivos son corregir la articulación incorrecta de los sonidos, mejorar la conciencia fonológica (escuchar, identificar y diferenciar sonidos), fortalecer los órganos fonoarticulatorios (lengua, labios, paladar, etc.), y prevenir secuelas emocionales o escolares.



La DF puede afectar negativamente el desarrollo social y emocional del pequeño, si no se trata a tiempo. Aunque al inicio parezca solo un tema de pronunciación, el lenguaje oral es esencial para la comunicación, la interacción social y la construcción de la autoestima. Cuando no se corrige, puede causar inseguridad, frustración, aislamiento y problemas académicos.

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