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Compuestos
presentes en la cáscara de esta fruta podrían inhibir hasta un 60% la actividad
de enzimas vinculadas a enfermedades cardíacas.
Salud en Casa.- La cáscara de tuna, tradicionalmente considerada un residuo agroindustrial sin valor económico, podría convertirse en una solución para el tratamiento y prevención de enfermedades coronarias.
Según el investigador Nils Huamán
Castilla, de la Universidad Nacional de Moquegua (UNAM), se está desarrollado
un proyecto en dicha casa de estudios para evaluar el impacto de los compuestos
bioactivos presentes en esta cáscara. Los avances y resultados a la fecha son
prometedores para inhibir la enzima angiotensina II, responsable de la
hipertensión arterial y la aterosclerosis.
"Somo un grupo de
investigadores que estamos participando activamente de este proyecto, el cual sigue
en fase de ejecución, pero ya hemos desarrollado un método de extracción de los
compuestos bioactivos que están presentes en la cáscara de tuna con la
finalidad de que estos puedan ser usados para el tratamiento de enfermedades
coronarias o crónicas como la hipertensión arterial", refiere.
Esta investigación es financiada
por la universidad mediante fondos de canon y regalías, ha sido ejecutado en
tres fases. En la primera, se llevó a cabo la recolección y caracterización
química de la cáscara de tuna; en la segunda, se enfocaron en la extracción de
compuestos bioactivos a través de tecnologías limpias que han demostrado ser
altamente eficientes, amigables con el medio ambiente y escalables a nivel
industrial.
"La cáscara de la tuna
representa también un problema de gestión ambiental porque la acumulación de
este residuo puede dañar el medio ambiente por la modificación del pH del suelo
y la generación de gases de efecto invernadero", agrega el Dr. Huamán.
En la tercera y última fase, los
investigadores se han concentrado en la evaluación de la capacidad de estos
compuestos para inhibir la actividad de la enzima angiotensina II, donde se han
obtenido resultados alentadores: los compuestos bioactivos lograron inhibir
hasta un 60% de la actividad enzimática en pruebas preliminares.
Además de su potencial médico,
este proyecto resalta por su enfoque en la economía circular. Al revalorizar la
cáscara de tuna, que hasta ahora ha sido desechada sin utilidad alguna, el
equipo de investigación no solo ha dado un nuevo uso a este residuo, sino que
ha promovido una solución ambientalmente responsable, sostenible y de apoyo a
familias agricultoras.
"En el Perú todavía no
tenemos una industria, ni siquiera un piloto que nos permita decir que en el
norte, sur o en el centro del país se están aprovechando las cáscaras, las
semillas y todo lo que bota nuestra industria de alimentos que no tiene ningún
valor agregado. Por ello hemos empezado nosotros con esta labor como una
alternativa más para que los productores también puedan tener otro tipo de
ingreso económico", puntualiza el investigador de la UNAM.
Cabe destacar que Perú es uno de
los mayores productores de tuna a nivel mundial, junto a México y Colombia. Se
estima que nuestro País produce 62,000 toneladas por año, donde la región
Moquegua aporta el 15% de la producción nacional.
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