martes, 18 de noviembre de 2025

 

  • La incidencia de esta neoplasia en personas que no consumen tabaco se ha incrementado por la contaminación ambiental. Las mujeres tienen más probabilidades de desarrollarlo.



Salud e
n
 Casa.- El cáncer de pulmón continúa siendo la principal causa de muerte por neoplasias en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien el tabaquismo es responsable de cerca del 85% de los casos, existe una realidad preocupante: miles de personas desarrollan esta enfermedad sin haber fumado nunca.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) estiman que hasta el 25% de los pacientes diagnosticados con cáncer de pulmón no son fumadores, lo que obliga a replantear la idea de que esta neoplasia afecta solo a quienes consumen tabaco. Es fundamental comprender que todos estamos expuestos, en mayor o menor medida, a factores de riesgo que pueden favorecer su aparición.

El Dr. Yan Carlos Vargas Caycho, radiooncólogo y director de Oncodrip, explica que existen distintos tipos de cáncer pulmonar. Entre los más frecuentes en personas no fumadoras se encuentra el adenocarcinoma, que se origina en las células que recubren los alvéolos y suele crecer lentamente. “Le sigue el carcinoma de células escamosas, que afecta a las vías respiratorias centrales, y el cáncer de pulmón de células pequeñas, una neoplasia menos común, pero muy agresiva”, precisa el especialista.



En personas que nunca han fumado, esta enfermedad puede originarse por mutaciones genéticas y por la exposición a factores ambientales como el radón —segunda causa mundial de la enfermedad—, el humo de segunda mano o la contaminación. Suele aparecer en zonas periféricas del pulmón y crecer lentamente, aunque su detección temprana sigue siendo difícil por la falta de signos visibles en las primeras imágenes médicas.


Síntomas y prevención
Conocida como la “asesina silenciosa”, esta enfermedad no causa síntomas en sus primeras etapas. Sin embargo, hay señales de alerta que deben tomarse en cuenta:


  • Tos persistente (con o sin presencia de sangre).
  • Dolor o presión en el pecho.
  • Dificultad o silbidos al respirar.
  • Fatiga constante.
  • Pérdida de peso sin causa aparente.

Ante cualquiera de estos síntomas, es importante acudir al especialista. Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia entre un tratamiento efectivo y una enfermedad avanzada.

Aunque no se puede modificar la genética, adoptar hábitos saludables ayuda a reducir el riesgo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan:


  • Evitar el humo del tabaco, tanto activo como pasivo.
  • Analizar los niveles de radón en el hogar.
  • Protegerse en el trabajo si hay exposición a productos químicos o polvo.
  • Reducir la exposición a la contaminación ambiental.
  • Consultar con el médico si existen antecedentes familiares de la enfermedad.

Estas medidas, junto con chequeos médicos periódicos, son esenciales para prevenir y detectar a tiempo esta enfermedad.
El cáncer de pulmón no distingue entre fumadores y no fumadores. Por eso, la prevención y la detección temprana siguen siendo nuestras mejores aliadas.

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