Esta forma de trabajo entre líderes y colaboradores puede convertirse en una ventaja competitiva para las organizaciones.
Salud en Casa.- El estilo de gestión tradicional está cediendo paso a un modelo más humano y efectivo: el liderazgo resonante. Este enfoque prioriza la conexión emocional inteligente y tiene un impacto en la productividad, la innovación y la retención del talento. Alex Gonzales, coordinador académico de la carrera de Psicología de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), analiza esta competencia.
La principal diferencia entre un jefe tradicional y un líder resonante radica en la fuente de su influencia, según el psicólogo de la UTP. “El primero busca cumplimiento; el segundo, compromiso”, señala Gonzales. Mientras la autoridad convencional a menudo se ejerce desde la jerarquía y el control, el líder resonante construye su legitimidad en la inspiración y la movilización voluntaria. “Se trata de crear un ambiente donde la gente quiera dar lo mejor de sí”, añade el especialista.
De acuerdo con el experto, esta capacidad para generar un propósito compartido es lo que se denomina resonancia, donde las emociones positivas del líder se propagan, elevando el rendimiento colectivo.
Autoconocimiento: el primer pilar
La clave de este tipo de liderazgo es la gestión de las propias emociones, especialmente en contextos de alta presión. “Antes de intentar controlar lo que sentimos, necesitamos reconocerlo. Saber nombrar la emoción permite tomar distancia y evitar que nos domine”, explica.
Para ello, recomienda una técnica accesible: la pausa consciente. “Detenerse unos segundos, respirar y observar qué se está sintiendo antes de reaccionar. Ese breve espacio de autocontrol marca la diferencia entre actuar por impulso o hacerlo con intención”, destaca.
Punto de Equilibrio
Un líder puede convertirse en un ejemplo de estabilidad para su equipo. “Si mantiene una actitud serena, optimista y coherente, esa energía se replica”, afirma Gonzales.
En momentos críticos, el líder resonante actúa como un regulador colectivo. “Escucha, valida las emociones del grupo y muestra confianza real en que se pueden resolver los problemas. Cuando el líder no se desborda, los demás sienten que pueden confiar”, asegura.
Uno de los conceptos que pueden malinterpretarse en este tipo de liderazgo es la empatía, que a veces se confunde con una excesiva familiaridad. “La empatía no significa absorber los problemas del otro ni perder la autoridad. Es comprender sin confundirse, acompañar sin perder los límites”, indica.
“La clave está en equilibrar la cercanía con la firmeza. Escuchar no resta autoridad, sino la refuerza, porque muestra respeto y comprensión”, sostiene. Así, este enfoque construye una lealtad más sólida y auténtica que la basada en el temor.
Cómo fortalecer la conexión
Para implementar estos principios de inmediato, Gonzales sugiere dos prácticas. La primera es el “check-in emocional”, que consiste en dedicar los primeros minutos de una reunión a que cada participante comparta brevemente su estado anímico. “No se trata de una terapia grupal, sino de humanizar el encuentro”.
La segunda técnica es el reconocimiento público y oportuno de los logros y esfuerzos. “Cuando las personas sienten que su trabajo es visto y valorado, aumenta su compromiso emocional”, comenta.
Gonzales destaca el efecto del liderazgo resonante en la productividad, la retención de talento y la capacidad de innovación. “Cuando las personas trabajan en un ambiente de confianza, se comunican mejor, resuelven problemas con más creatividad y permanecen más tiempo en la organización”, afirma. “Un buen clima emocional no es solo bienestar; es una estrategia empresarial inteligente que impulsa resultados reales y sostenibles”, concluye.

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