Salud en Casa.- A pocas semanas de concluir el año escolar, miles de niños viven días intensos de evaluaciones y proyectos finales. A este ritmo de exigencia se suma el cansancio acumulado de todo el año, que puede generar tensión tanto en el aula como en casa.
Ante esta situación, y en el marco del Día de la Educación Primaria (12 de noviembre), especialista en psicología y educación coincide en que, más importante que los resultados, es cómo los estudiantes afrontan este proceso y qué tan acompañados se sienten emocionalmente.
“La etapa primaria no solo enseña a leer o multiplicar; enseña a confiar, a sentirse capaz y autónomo, a equivocarse sin miedo, a comunicar emociones y a adaptarse a un entorno social que tiene normas. Es el momento en que los niños forman las bases de su seguridad emocional y su manera de aprender para toda la vida”, explica Alejandro Raiser, Psicólogo del Colegio de la Inmaculada.
En estos meses finales, el rol de los padres se vuelve decisivo. “El niño que se siente escuchado, valorado y motivado aprende mejor, porque asocia el aprendizaje con bienestar y seguridad emocional. Algunos padres pueden enfocarse tanto en los resultados que olvidan disfrutar el proceso”, comenta el experto.
El vínculo familia-escuela es un pilar esencial de la educación. “Cuando los padres muestran interés genuino por lo que sus hijos viven en el colegio, están transmitiendo un mensaje poderoso: aprender vale la pena”, sostiene Raiser, quien además comparte seis recomendaciones esenciales para acompañar a los hijos durante este último tramo del año escolar y potenciar su bienestar integral:
Celebra el esfuerzo, no solo el resultado. Valorar el proceso refuerza la confianza del niño y darse cuenta de que es valioso independientemente de lo que “logre” o no.
Establece rutinas. Los horarios y hábitos dan estructura, pero también deben permitir espacio para jugar, divertirse, descansar y compartir con ellos. Es importante construir esa rutina junto con ellos: ofrecerles participación y darles una voz en ese proceso y siempre dentro de ciertos límites acordados por los padres
Conversa todos los días. Escuchar cómo se sintieron en clase, qué disfrutaron o qué les incomodó fomenta la conexión emocional y atiende la necesidad de expresar libremente necesidades y emociones. En esos momentos es importante acoger la experiencia, validar las emociones y evitar mensajes en los que los chicos puedan percibir una censura de lo que sienten.
Dale autonomía con límites. Permitir que tomen pequeñas decisiones —qué ropa usar o cómo organizar su mochila, si quieren ayudar en tal o cual cosa (opciones limitadas)— fortalece su autonomía y autoconfianza
Comparte su aprendizaje. Acompañar tareas, leer juntos o interesarse por sus proyectos crea vínculos positivos con la escuela y el conocimiento.
Comunícate con sus profesores. Mantener un diálogo constante con los docentes permite detectar a tiempo necesidades y celebrar avances. La escuela y la familia son un mismo equipo en la formación integral de los niños.
En síntesis, la educación es un camino que empieza desde los primeros años. “Cuando desde etapas tempranas se promueve el acompañamiento emocional, como ocurre en el Colegio de la Inmaculada donde se trabaja desde los niveles de Pre Kínder y Kínder, los niños llegan a la primaria con una base sólida que florece plenamente”, concluye Raiser.
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