domingo, 2 de agosto de 2015

Sin embargo, especialista sostiene que recuperación es personal


Agencia Andina.- El alcoholismo es una enfermedad que afecta no solo a una persona sino a cada uno de los miembros de su familia, contagiándola hasta que manifiestan el mal de acuerdo a la madurez emocional que tienen, manifestó el médico psiquiatra, Luis Otoya Camino.

Para el especialista, las familias todavía creen que la persona alcohólica es la que tiene el problema y que el resto no. 

Pero la verdad, sostuvo, es que sea hijo, hija, pareja o padre de familia cada uno empieza a responder ante la enfermedad de una manera distinta.

"La esposa es quien asume con frecuencia la actitud de comprensión y condescendencia con la persona alcohólica pues considera que esta bebe alcohol por falta de cariño. Cuando el cambio no ocurre, él no deja de beber, entonces pasa a la segunda fase del problema", indicó a la agencia Andina

En esta fase, explicó, la mujer empieza con criticas, llamadas de atención, señalamientos. Sin embargo, agregó, su pareja continúa bebiendo. El alcoholismo se desarrolla de manera individual a causa de factores externos como grupos de amigos que beben intensamente", comentó. 

Contagio familiar

Mientras tanto, los hijos desarrollan comportamientos autodestructivos que resultan de ese cúmulo de emociones negativas que el alcoholismo empieza a generar en el hogar, indicó. 

Así, precisó el psiquiatra, a veces el hijo varón copia el ejemplo del padre y se vuelve bebedor también. 
 
"Muchas veces comparte con el padre el beber e intoxicarse, mientras que la hija aprende de la mamá y si ella es tolerante con el alcohólico, aprenderá a serlo también y posiblemente busque una pareja alcohólica. Si hay un tercer miembro en la familia, este se alejará del núcleo familiar enfermo porque le interesa sobrevivir", señaló. 

¿Cómo se soluciona el problema?. Camino Otoya respondió que la salida es con terapias y la orientación que la familia crea conveniente, pero sin olvidar que la recuperación es individual. 

El alcohólico es el que toma la decisión de ir o no a un tratamiento para recuperarse, dijo el especialista.

"La recuperación depende de cada uno, la familia tiene que entender que no lo causa, no lo cura y no lo controla, y que debe tomar también la decisión de admitir que está afectada. Solo así elegirá un tratamiento o terapia para cambiar de actitud, estar menos pendiente del enfermo y rescatar las partes sanas de la relación", agregó.

Coadicción

Para el psiquiatra, la madre, hija o pareja también llegan a una tercera fase: la coadicción. En esta etapa, ellas asumen actitudes que mantienen la adicción y generan círculos viciosos hasta que llegan a desesperarse y buscan ayuda especializada.

Otras en cambio llegan al hartazgo y piden la separación. 

"Las esposas sanas se separan, y otras se convierten en coadictas y empiezan a hacer cosas que conservan la enfermedad", comentó el especialista.

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