domingo, 9 de octubre de 2016

Salud en Casa.- Este 10 de octubre, en que celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, es útil reflexionar sobre nuestra actitud personal hacia las personas con esquizofrenia. ¿Le tenemos temor y lo consideramos peligroso? ¿Creemos que es incapaz de hacer correctamente una tarea? ¿Preferiríamos no tener a una persona con esquizofrenia compartiendo nuestro centro de labores?


Estos prejuicios se basan en una idea muy extendida de que la persona con esquizofrenia es irrecuperable, agresiva, y que la única forma de lidiar con ella es internándola en un hospital psiquiátrico. Los medios masivos han contribuido a reforzar dicha imagen al presentar a las personas que padecen este problema de salud mental desde una perspectiva negativa o inclusive cómica, pero muy pocas veces se los muestra como personas capaces de aportar activamente a la sociedad en la que viven.

“Es verdad que hasta hace unos años el tratamiento de la esquizofrenia era desesperanzador”, dice el Dr. Ricardo Bustamante, presidente de la Asociación Psiquiátrica Peruana. “Pero ahora sabemos que estos problemas médicos tienen tratamiento y que mientras más temprano se haga el diagnóstico, mayores son las probabilidades de evitar que la enfermedad progrese y que la persona se deteriore”, añade.

“Hoy sabemos que ya no es necesario internar a un paciente con  esquizofrenia por meses, años y aun de por vida en los tradicionales hospitales psiquiátricos, porque existen terapias que pueden detener el progreso del trastorno mental y hasta permiten al paciente reinsertarse a una vida totalmente productiva”, opina el doctor Bustamante.



La lucha contra el estigma
La esquizofrenia se define como un trastorno mental que interfiere con la capacidad para reconocer lo que es real, controlar las emociones, pensar con claridad, emitir juicios y comunicarse. La naturaleza de la enfermedad continúa siendo un misterio, aunque se entiende que hay una predisposición genética que se expresa según el ambiente en el que se desenvuelva la persona. El estrés, las drogas y el alcohol predisponen a que el trastorno salga a la luz.

En el Perú, alrededor de 300 mil personas padecen de esquizofrenia. En Lima existen solo tres hospitales del MINSA y dos de ESSALUD que se encargan de las emergencias psiquiátricas: en todos ellos, la alta demanda de pacientes excede su capacidad de atención.

 “Esto ocurre porque hay un estigma hacia los trastornos mentales incluso entre los propios profesionales de la salud”, apunta el doctor Ricardo Bustamante. “La atención de la salud mental se ha abordado siempre de manera marginal. Los presupuestos han sido exiguos, mínimos. Sin embargo, hace tres años se dio un dispositivo de reforma de la salud mental que está propiciando la atención a nivel comunitario con una serie de estrategias para favorecer la detección precoz en la comunidad, lo cual es un avance importante”.

Para el presidente de la Asociación Psiquiátrica Peruana, uno de los objetivos que se debe lograr es que el internamiento de los pacientes mentales en caso sea necesario, se haga en un hospital general, porque la existencia de hospitales psiquiátricos estigmatiza aún más. “Continuamos con la idea del manicomio, cuando el trastorno mental se origina en una base biológica y se expresa por interacciones sociales: si se puede aplicar un tratamiento médico, ¿por qué éste no se puede hacer en un hospital general?”, se pregunta el doctor Bustamante.

Cambio de actitud
Pero también la sociedad debe cambiar su actitud hacia la persona con esquizofrenia y considerar el prejuicio contra estos pacientes algo tan inaceptable como el racismo o el sexismo. El estigma hacia el paciente mental no se dirige solo al propio afectado, sino que se extiende hasta su familia, los profesionales que trabajan en este campo y los hospitales de salud mental.

En sus “Anales de Salud Mental 2012”, la Defensoría del Pueblo señala el aislamiento social, desesperanza, temor hacia las personas con esquizofrenia, desprecio y rechazo, menores oportunidades de empleo y tratamientos inadecuados como consecuencia del estigma.

¿Cómo combatirlo? El informe de la Defensoría propone que se debe mejorar la calidad de vida del paciente a través de las siguientes medidas: tratamiento farmacológico oportuno, evolución de la competencia social del individuo, incremento del soporte familiar y social en las áreas de empleo y labores hogareñas, socialización y recreación, y reducción de las consecuencias adversas de la patología.

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