miércoles, 5 de octubre de 2016


Por : Sigrid Bazán 

Diario La República.- Yahaira Plascencia, una chica de 22 años, ha sido motivo de críticas e insultos en más de una red social y medio de comunicación. ¿Qué guerra ha iniciado? ¿Qué crimen ha cometido? Ninguno, excepto el de ser mujer, ser famosa, y tener vida privada.


Y es que ahora el negocio es lucrar con la intimidad del otro, ganar dinero por hablar mal y opinar de temas del fuero privado. Parece que esto ha ido yendo más allá de las regulaciones televisivas o de si apoyamos o no que este contenido salga a la prensa. Es un tema de imaginarios, parte de la cultura de creer que nos encontramos en un pedestal cuando se trata de hablar y juzgar a otras personas, peor aún si son mujeres.
Toda la vida he escuchado el refrán “trata a los demás como te gustaría que te traten también”. Quizás es, como muchos, un refrán que más que nunca llegó a calar. Quizás nos hemos acostumbrado a vivir en nuestra zona de confort y en nunca querer ponernos en los zapatos de otros a menos que sea desde nuestra comodidad. Quizás nos es difícil imaginar lo que significaría estar totalmente expuestos en televisión nacional, radios y periódicos; ser blanco y comidilla de todos…siendo mujer en el Perú, en donde decenas de miles marcharon en contra de la violencia de género.
Este flagelo público ha implicado ventilar más detalles de la vida personal de Yahaira Plascencia que de Belaúnde Lossio cuando estaba prófugo, por nombrar un caso. ¿Qué pasó con quienes criticaban fervientemente la televisión basura y que ahora callan cuando se hace escarnio de la vida personal de una joven como cualquiera de nosotras? ¿Qué pasó con tu “Ni Una Menos”, cuando ahora te divierte hablar de “pobres cachudos” y de “malditas tramposas”?
“Es que es famosa, debió cuidarse”, “¿por qué se tomó fotos con poca ropa, si sabe cómo es la prensa?”, “te violaron porque saliste sola de noche”. Esa es la falta de sangre en el rostro, la actitud criminal de quienes creen que la culpa siempre es de una mientras que no reconocen sus propios errores. ¿Pasaste el video íntimo o la foto de alguien desnuda por la pura burla o el morbo, sin importar si contabas con el permiso de esa persona? ¿Acaso el verdadero culpable no es el violador, el asesino, el criminal?
Es que ahora nadie tiene rabo de paja cuando se trata de una chica que, por ser mujer y exitosa, debe ser el chivo expiatorio de las redes, el negocio de los programas de espectáculo. Mientras tanto, algunos/as se aferran al silencio, a la burla, o al conformismo frente a la violencia.
No me queda más que solidarizarme con Yahaira Plasencia y, sin conocerla, pedirle disculpas en nombre de quienes luchamos contra el machismo, por no haber podido cambiar las cosas todavía. Estamos a tiempo, paso a paso, que nos espera muchas batallas más por ganar.

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