Primera fase. Se ha lanzado un proyecto piloto en Sechura, Piura,
donde se logró reducir la prevalencia de la enfermedad en 70 puntos
porcentuales. Se añadirán hierro y otros micronutrientes al cereal que
reparten los programas sociales.
Por : Fernando Leyton
Diario La República.pe.- Cuando le ofrecieron por primera vez el arroz fortificado, Luz María Villalta
estaba en su tercer mes de embarazo y ya tenía un hijo de dos años.
"Nos dijeron que era bueno para subir la hemoglobina, nos hablaron de un
proyecto y nos dieron ese arroz a varias familias", recuerda. Aunque
tenía dudas, aceptó porque su pequeño tenía anemia y ella, como
gestante, también estaba en riesgo.
En otros países, la
distribución de este producto ha demostrado ser una estrategia efectiva
para combatir distintos problemas de malnutrición. La familia Villalta,
que vive en un asentamiento humano de Sechura (Piura), es una de las 27 que son parte de un plan piloto para mostrar las bondades de su consumo.
Al inicio, relata Luz María, su hijo tenía 7,8 gramos de
hemoglobina por decilitro de sangre, muy por debajo de los valores
normales para un infante de su edad (11 g/dL). Solo cuatro meses después
de incorporar el arroz fortificado a su dieta, el mismo indicador se
elevó hasta 11,9, es decir, se convirtió en un niño sano.
Los
resultados finales del piloto también fueron notables. En el mismo
plazo, dentro del grupo intervenido, la anemia bajó de 85% a 15% en
menores de tres años, detalla Lena Arias, especialista en Nutrición y
Seguridad Alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA), organismo
que impulsó la iniciativa.
Aquella experiencia, a todas luces
exitosa, es un precedente que muestra lo que se puede conseguir con la
fortificación de alimentos, estrategia que el Estado peruano ha empezado
a implementar para reducir el déficit de hierro en la población, sobre
todo en niños.
Primeros pasos
Los alimentos
fortificados son aquellos productos que, mediante procesos técnicos,
son enriquecidos con diferentes micronutrientes para combatir
enfermedades como la desnutrición o la anemia, que en el Perú es un
problema de salud pública. De ahí que los elementos añadidos sean
determinados por cada país en función de su situación nutricional
particular.
El arroz fortificado, en
consecuencia, no es otra cosa que los granos convencionales, de escaso
valor nutricional, mezclados con otros granos (llamados “grano símil”)
que previamente han sido enriquecidos con micronutrientes (ver
infografía). El resultado es un alimento capaz de cubrir la deficiencia
de vitaminas y minerales en la dieta diaria.
Para el caso de Sechura, por ejemplo, los nutrientes
añadidos fueron hierro, zinc y vitaminas B9 y B1, enfocados en curar la
anemia. Ninguno de esos insumos modificó el sabor, el color, el olor o
la forma de preparación del arroz. Esa es la clave para que el alimento
fortificado no sea rechazado por la población, explica Arias.
Como
parte del mencionado proyecto piloto se realizaron "pruebas de
aceptabilidad". El 95% de los participantes respondió que el arroz
fortificado era “muy bueno”, mientras que el 5% restante aseguró que era
“bueno”.
El testimonio de Luz María confirma que los granos
fortificados pasaron desapercibidos. “Lo preparábamos normal, en
cualquier comida. En mazamorras, en segundos, en aguadito. No se veía
ningún cambio”, relata.
La elección del arroz como alimento a
fortificar no fue arbitraria. De hecho, para que la estrategia sea
exitosa, los productos elegidos deben ser de consumo masivo y deben
formar parte habitual de la dieta nacional.
En el Perú, el
arroz es un “vehículo” ideal pues se calcula que cada peruano ingiere
140 gramos de arroz al día, un promedio que supera los 50 kilos per
cápita al año.
Para el PMA, con miras a convertir la
fortificación de alimentos en una política de Estado, se debe valorar la
forma en que el proyecto piloto articuló el trabajo de los productores
de arroz, del gobierno local y de los programas sociales como Qali Warma y el Programa de Alimentación Complementaria (PAC).
En
la actualidad, solo en Piura existen 59 comedores populares y 130
escuelas que reciben arroz fortificado, es decir, el producto está
llegando a unos tres mil usuarios del PAC y a cerca de 13 mil escolares.
Nueva etapa
Como se ha dicho, la fortificación de alimentos
es una estrategia diseñada a la medida de cada país. En Perú, el Estado
ha decidido iniciar su distribución a través de los programas sociales,
ya que llegan directamente a las poblaciones vulnerables.
Por
ello, en el marco del Plan Nacional de Lucha contra la Anemia, en
agosto pasado se aprobaron las "fichas de homologación de arroz
fortificado", que incluye la lista de nutrientes que deben añadirse al
arroz que entrega Qali Warma, Cuna Más y el PAC.
Y a diferencia del proyecto piloto, cuyo arroz tenía solo cuatro nutrientes, el arroz fortificado aprobado por el Ministerio de Salud (Minsa) contendrá 10 vitaminas y minerales. Los granos símil representarán entre el 1% y 3% de la ración que se distribuya.
Por
lo pronto, Qali Warma ya incluyó el arroz fortificado en sus requisitos
para la compra pública del próximo año. De este modo, durante el 2019,
más de 3,8 millones de escolares recibirán arroz con alto contenido de
hierro y podrán hacerle frente a la anemia, lo que a su vez repercutirá
en su rendimiento y desarrollo.
Para garantizar que el arroz
contenga los nutrientes requeridos, la norma encarga la tarea de
vigilancia al Centro Nacional de Alimentación y Nutrición (CENAN) del
Instituto Nacional de Salud (INS). Ya existen pruebas estandarizadas
para identificar la presencia de vitamina B1, pero las demás todavía
deben ser desarrolladas y validadas.
La intención a mediano
plazo es que el arroz fortificado esté al alcance de toda la población,
como ocurre en Costa Rica, donde solo está permitido comercializar arroz
enriquecido con micronutrientes. Sin embargo, para que ello ocurra, se
necesita una ley que establezca la obligatoriedad de enriquecer el
grano.
En el Perú ya existen experiencias similares, como las
leyes que obligan a fortificar la sal con yodo y la harina de trigo con
hierro. Así, la lucha contra la anemia ya no es exclusiva
responsabilidad del Ejecutivo, sino también del Congreso.
Proyección
-
De acuerdo con la proyección del PMA, una estrategia nacional de arroz
fortificado, que se complemente con otras medidas, lograría reducir la
prevalencia de anemia en un 40% en menores de tres años y mujeres
embarazadas. Perú se ha comprometido a bajar la anemia de 46,6% a 19%
hacia el 2021.
La experiencia de Costa Rica en fortificación
-
En noviembre, una comitiva de funcionarios peruanos viajó hasta Costa
Rica, considerado por el PMA como un país modelo en estrategias
nacionales de fortificación de alimentos. Allí se enriquecen distintos
productos, entre ellos la sal, la harina de trigo, la harina de maíz, la
leche y el arroz. En conjunto, entre 1996 y 2008, la estrategia de
fortificación en dicho país consiguió reducir la anemia de 26,4% a 7,6%
en preescolares. Para el caso de mujeres en edad fértil, la cifra bajó
de 18,6% a 9,9%. También se logró reducir la mortalidad infantil por
anencefalia y espina bífida, generada por déficit de ácido fólico en
gestantes.
- Eliana Ramírez, representante del Ministerio de
Salud de Costa Rica, explicó a La República que la clave de la
estrategia de fortificación ha sido trabajar con los productores
industriales, quienes están obligados a comercializar dichos productos.
En caso no cumplan, sus lotes son retirados del mercado.
-
Otra lección a replicar en Perú es la vigilancia de los alimentos
fortificados. "Al inicio del proceso debe ser intensiva", explica Thelma
Alfaro, del Instituto Costarricense de Investigación en Nutrición y
Salud (Inciensa).
0 comentarios:
Publicar un comentario