Los grupos antivacunas cobran fuerza en países desarrollados. Y enfermedades que habían desaparecido, como el sarampión, reaparecen. Es un problema que puede afectar a todo el planeta. Desde la medicina y la ciencia la respuesta es una: las vacunas salvan millones de vidas.
Por : Raúl Mendoza
Suplemento Domingo.- Europa es el lugar del mundo donde existe mayor rechazo a las vacunas. Allí también es donde, coincidentemente, han aparecido más casos de enfermedades que hacía muchos años habían sido desterradas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre un brote record de sarampión en ese continente: en los primeros seis meses del 2018 se detectaron más de 41.000 casos de infección por este virus, casi el doble que en 2017.
La mayoría de esos casos se registraron en Ucrania (23.000), y dentro de la UE, en Italia, Francia y Grecia. La explicación ha sido que en esos y otros países europeos el rebrote se debió al movimiento de población posiblemente contagiada, a la ineficacia en los programas de vacunación y, aunque en menor medida, a la opinión negativa que la población tiene de las vacunas.
"Una encuesta hecha pública en Gran Bretaña revela que el nivel de confianza de la población en las vacunas es de cerca del 80 por ciento en España, mientras que en Francia e Italia ese nivel de confianza desciende hasta la mitad», indicaba hace unos días un reportaje del diario ABC de España.
El movimiento antivacunas mundial no tiene un solo rostro. Tienen diversas creencias respecto a estos fármacos. La mayoría la conforman aquellos que creen que las vacunas pueden causar daños a los receptores y basan sus afirmaciones en información seudocientífica recabada de la internet, revistas y redes sociales. Otros ven en las vacunas un negocio mundial por el que los laboratorios crean miedo para vender la cura. No tienen en cuenta que, revisando datos históricos, está probado que las vacunas han salvado millones de vidas en el mundo.
"Enfermedades que suenan a antiguo como la polio, el sarampión, la rubeola, la viruela o la difteria, que causaron estragos en la generación de nuestros abuelos, y empezaron a erradicarse a finales del siglo XVIII, gracias a la acción de las vacunas, han vuelto a emerger en los países desarrollados como consecuencia de la caída de las tasas de vacunación y la libre circulación de personas entre países", precisaba ABC.
En Estados Unidos, estos grupos también se han hecho muy poderosos. Eso incidió en que el 2015 tuvieran cifras preocupantes de casos de sarampión (118), a pesar de que tienen las armas para ser inmunizados a la mano. Hay casos de padres que se niegan a vacunar a sus hijos contra la polio, el sarampión, la varicela o la tos ferina porque creen que esas enfermedades no son en realidad peligrosas e incluso podrían ser beneficiosas.
Uno de ellos, Joe Accurso -citado por la agencia AFP en una nota de 2018- decía: "En realidad me decepciona que ella (su hija) no tenga la oportunidad de infectarse con la varicela y otras enfermedades que fortalecerían su cuerpo en el futuro. Esa es nuestra principal razón". La agencia de noticias describe a estos padres como "blancos, con educación universitaria y de clase media alta [...]Para ellos, esas infecciones no son tan terribles comparadas con los peligros de las vacunas que, dicen, están siendo escondidos en nombre de las ganancias de los laboratorios farmacéuticos".
El movimiento antivacunas tuvo su mayor impulso en febrero de 1998, cuando el médico británico Andrew Wakefield publicó en la prestigiosa revista médica Lancet un estudió que aparentemente demostraba que 12 niños habían desarrollado problemas de autismo después de haber sido vacunados con la vacuna triple MMR (sarampión, paperas y rubiola).
Ni bien publicado, el estudio fue puesto en duda por médicos y científicos. La propia revista se retractó de la publicación por fraudulenta, y posteriormente se comprobó que el médico se había coludido con su abogado para repartir las ganancias de futuros juicios. El daño, a pesar de que el hombre fue desmentido, no pudo ser reparado. Hoy, veinte años después, muchos siguen asociando las vacunas al autismo y siguen creyendo en las afirmaciones de Wakefield.
Vacunas en el Perú
En el Perú, por fortuna, no hay grupos organizados antivacunas. En la actualidad la cobertura alcanza al 90% de la población y este año se espera llegar al 95%, la cifra que plantea la Organización Mundial de la Salud para crear el llamado "efecto rebaño", en el que se crea un entorno seguro incluso para lo que no están vacunados.
"El 2018 logramos una cobertura mayor a los años anteriores y este 2019 vamos a incluir nuevas vacunas", anuncia María Elena Martínez, jefa de la Dirección de Inmunizaciones del Minsa. En nuestro país se ofrecen 17 vacunas que protegen de 26 enfermedades.
A pesar del trabajo que realiza el Minsa, el 2018 será recordado en el Perú como el año en que volvimos a tener sarampión después de 18 años. "A nivel mundial el sarampión se incrementa en Europa y Estados Unidos por la presencia de grupos antivacunas y otras razones. Por lo tanto, algunas personas se han empezado a enfermar y como tenemos alta migración y territorio muy visitado, los casos llegaron de fuera", comenta.
La medida principal para combatir el brote fue la vacunación. "Realizamos un cerco epidemiológico o un bloqueo vacunal, que es la vacunación casa por casa", cuenta. Esto se hizo en el Callao, donde empezó la epidemia. Luego se hizo lo mismo en todos los lugares donde apareció. Entre agosto y octubre se detectaron 38 casos pero después de esa fecha se controló totalmente. Lo positivo: a partir de ahí se incrementó la participación de los padres en las campañas.
El Minsa tiene un plan de vacunación que contempla las vacunas de BCG (contra la tuberculosis) y hepatitis B para el recién nacido, también vacuna VPH (contra el virus de papiloma humano) a niñas entre 9 y 13 años, y también vacuna contra la influenza a adolescentes y adultos. Este año se incluyen en el plan una vacuna contra el neumococo a adultos mayores de 60 años (para evitar neumonías) y la vacuna DPT acelular contra la difteria, tetanos y pertusis.
"Esta última vacuna se la vamos a colocar a las gestantes de 27 a 36 semanas de embarazo. Ocurre que la muerte neonatal por tos ferina o pertusis es alta. Por eso, vacunando preventivamente a las madres podemos bajar esos índices", explica la licenciada Martínez.
Los países en desarrollo como el Perú están más interesados en ampliar su cobertura contra las enfermedades, a diferencia de algunos de los desarrollados donde la desconfianza hacia las vacunas es grande. El doctor Elmer Huerta, señaló en una reciente columna que: "Las razones para oponerse a las vacunas han sido siempre las mismas: pseudocientíficas, religiosas, políticas y de rebelión contra mandatos obligatorios de vacunación por parte de la autoridad".
En Estados Unidos y otros países hay incluso figuras mediáticas que activan en favor de rechazar las vacunas. La actriz Jenny McCarthy -que tiene un hijo con autismo- y el comediante Jim Carrey son activistas en EEUU y hay hasta un premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, convertido a la homeopatía, que pone en duda las vacunas. Todos hacen afirmaciones improbables.
Desde la ciencia, los organismos de salud del mundo señalan que cada año las vacunas salvan por lo menos 2 millones de niños. Y la historia prueba la desaparición de varias enfermedades tras la aparición de ellas. Las ideas de los grupos antivacunas son falsas pero hacen dudar a otras personas. Nos quedamos con una afirmación de la jefa de inmunizaciones del Minsa: "En estos años, mucha gente no ha visto las enfermedades ya erradicadas, con las vacunas se puede prevenir la muerte. Salvan vidas, funcionan. Eso la gente lo tiene que saber".
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