Los
comprimidos garantizan practicidad en el uso y ayudan a enmascarar el sabor
desagradable del fármaco.
Salud en Casa.- De colores, formatos
y tamaños diferentes, los comprimidos, las grageas y las cápsulas disponibles
en las farmacias tienen en común la función de cargar los principios activos de
los medicamentos a dosis exactas. Además del ingrediente activo, responsable de
la acción farmacológica del medicamento, los comprimidos llevan en su
composición los excipientes: sustancias inertes con funciones variadas, como
desintegrantes y solubilizantes.
De ser así, garantizan practicidad en el uso y
pueden incluso ayudar a enmascarar el eventual sabor o apariencia desagradable
del fármaco, que perjudicaría la adhesión del paciente al tratamiento. Desde el
momento en que se traga, hasta la absorción del principio activo, los
comprimidos se desplazan por el siguiente camino:
Boca y garganta: el comprimido pasa por el
esófago sin dificultad
Trato gastrointestinal: el comprimido se desintegra,
el ingrediente activo se libera en el torrente sanguíneo.
Hígado: metaboliza el principio activo.
Corazón: el corazón bombea la sangre con el
ingrediente activo para circular por el cuerpo.
“En su composición,
los medicamentos necesitan excipientes farmacéuticos, que no tienen efecto
curativo, pero son esenciales para llevar el principio activo al organismo,
cumpliendo con diversas funciones, de acuerdo con la necesidad de cada
fármaco”, explica Fernanda Furlan, gerente sénior del negocio de Farma de BASF
para América del Sur. “El excipiente puede hacerlo más fácil de tragar, servir
como desintegrante permitiendo la liberación rápida de los activos, o capaz de
resistir al jugo gástrico para ser absorbido en el intestino, mejorar el sabor
y la apariencia, por fin, tienen numerosas funciones de acuerdo a la necesidad
de cada medicamento”, completa.
Especialista
consultada: Fernanda Furlan, Gerente
Senior del Negocio de Farma de BASF para América del Sur.
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