Salud en Casa.- Cuando una pareja tiene dificultades para concebir, lo primero que suele revisarse son las hormonas, la ovulación o posibles problemas anatómicos. Pero hay otro factor menos conocido y cada vez más estudiado: la microbiota vaginal y endometrial.
Este
conjunto de microorganismos —formado principalmente por bacterias buenas del
tipo Lactobacillus— juega un papel
clave en la protección del aparato reproductivo femenino y en la preparación
del cuerpo para un embarazo.
“El equilibrio de la
microbiota vaginal no solo evita infecciones, también influye en la fertilidad,
los tratamientos de reproducción asistida y el desarrollo del embarazo”, explica el Dr. Cristian Hidalgo, ginecólogo experto en fertilidad y
microbiota, y CEO de ILAGINE.
Estudios
recientes han demostrado que un desequilibrio en esta flora (lo que se llama
disbiosis vaginal) puede aumentar el riesgo de infertilidad, abortos
espontáneos o fallos en tratamientos como la fertilización in vitro (FIV). A
continuación, el Dr. Hidalgo explica cómo ocurre esto.
- pH
vaginal alterado por exceso de azúcar: Una
dieta con muchos azúcares favorece el crecimiento de bacterias y hongos
que desplazan a los Lactobacillus. Esto cambia el pH vaginal, haciéndolo
menos ácido y más propenso a infecciones, lo que dificulta la llegada de
los espermatozoides.
- Inflamación
interna: Comer alimentos ultraprocesados genera
inflamación en todo el cuerpo, incluso en el útero. Esto puede afectar la
“recepción” del embrión, especialmente en mujeres que se someten a
tratamientos de fertilidad.
- Síntomas
vaginales y dolor pélvico: Flujo anormal,
picazón, dolor en las relaciones o menstruaciones muy dolorosas pueden ser
señales de una microbiota desequilibrada. Estas molestias también pueden
alterar el ambiente necesario para concebir.
- Menos
moco fértil: Las bacterias buenas ayudan a
producir un moco cervical de calidad, clave para que el esperma llegue al
óvulo. Si faltan estos Lactobacillus, el moco puede ser insuficiente o
poco funcional.
- Menor
éxito en tratamientos de fertilidad:
Las mujeres con microbiota alterada tienen hasta un 40% menos de éxito en
tratamientos como la FIV, según estudios recientes. Tener predominio de
Lactobacillus mejora notablemente las posibilidades.
¿Qué se puede
hacer?
La
buena noticia es que la microbiota puede recuperarse. Se recomienda llevar una alimentación rica en vegetales, fibra,
grasas saludables y alimentos fermentados, reducir el consumo de azúcar y
ultraprocesados, cuidar el estrés, usar probióticos
específicos si el médico lo indica, y asistir regularmente al ginecólogo
para prevenir o tratar cualquier desbalance.
“La fertilidad refleja
nuestra salud en general. Cuidar la microbiota vaginal es cuidar el lugar donde
todo empieza: la vida”, concluye el Dr. Hidalgo.
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