miércoles, 16 de julio de 2025


Salud e
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 Casa.- Una pisada inadecuada altera la alineación natural del cuerpo y genera desequilibrios al caminar o correr. Lo que genera una sobrecarga en músculos, articulaciones y tendones, especialmente en las rodillas, las caderas y la espalda. Por ello, una mala pisada puede provocar lesiones serias si no se corrige a tiempo.


El doctor Raúl Gutiérrez, traumatólogo y ortopedista de la Clínica Ricardo Palma, subraya la importancia de una evaluación ortopédica completa del aparato locomotor desde los primeros años de vida, incluso antes de que los niños empiecen a caminar. Este chequeo permite detectar en forma precoz posibles alteraciones en la pisada y prevenir futuras complicaciones.


El diagnóstico clínico ortopédico se confirma realizando la plantigrafía, que consiste en la impresión de la huella plantar. Por otro lado, el uso del podoscopio, permite observar visualmente la huella, y complementada actualmente con un estudio computarizado de la marcha y del apoyo plantar, permite detectar de forma temprana cualquier alteración en la pisada y confeccionar plantillas personalizadas según el tratamiento más adecuado para cada caso.


Para evitar daños a largo plazo, es fundamental no abandonar la terapia prescrita. Por lo general, se inicia con el uso de zapatos ortopédicos y luego se continúa con plantillas personalizadas. Esto permite proteger los cartílagos articulares y prevenir la artritis, una de las causas más frecuentes de dolor y limitación funcional, que en algunos casos demanda reemplazos articulares con prótesis. 

Lesiones más comunes


El mal apoyo de la planta del pie es un factor de riesgo para diversas lesiones, siendo las más comunes las siguientes:


Esguinces. Afectan los ligamentos que conectan los huesos dentro de una articulación. Se producen cuando se estiran en exceso, generando dolor e inflamación. Puede clasificarse en grados I, II y III, según la severidad.


Lesiones musculares. Van desde contracturas y desgarros leves hasta roturas de fibras musculares. Ocurren por estiramientos excesivos o traumatismos directos.


Contusiones. Son golpes que afectan los tejidos blandos y su gravedad varía según la intensidad del impacto.


Lesiones de tendones. Pueden ser agudas (tendinitis) o crónicas (tendinosis), provocadas por traumatismos o sobreuso. La rotura del tendón de Aquiles es una de las más frecuentes.


Fracturas. Es la ruptura parcial o total del hueso. Pueden ser cerradas o abiertas (cuando el hueso se expone al exterior) y su gravedad depende del mecanismo de la lesión.

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