· La rehabilitación temprana no solo disminuye el dolor y la inflamación, también previene rigidez articular, atrofia muscular y trombosis.
Salud en Casa.- Tras una fractura o una cirugía, el proceso de rehabilitación es clave para lograr una recuperación efectiva y sin secuelas. Más allá de aliviar el dolor inicial, este tratamiento especializado reduce riesgos de complicaciones graves como trombosis, adherencias en cicatrices que limitan la movilidad y pérdida de masa muscular.
“Una rehabilitación bien guiada permite que el paciente recupere su fuerza, coordinación y autonomía para volver a sus actividades cotidianas. Ignorar este proceso puede retrasar la recuperación y generar limitaciones permanentes”, advierte Violeta Suclupe, docente de la carrera técnica de Fisioterapia y Rehabilitación del Instituto Carrión.
El proceso suele dividirse en tres etapas:
1. Fase aguda: control del dolor, la inflamación y prevención de rigidez.
2. Fase de movilización progresiva: recuperación gradual de la movilidad articular y fuerza muscular.
3. Fase de fortalecimiento: ejercicios específicos para recuperar coordinación, equilibrio y funcionalidad total del área afectada.
Durante la fase inicial, se recomienda elevar el miembro afectado, aplicar frío bajo indicación y evitar la inmovilización absoluta, que puede generar rigidez y debilidad muscular.
No obstante, muchos pacientes cometen errores frecuentes como iniciar ejercicios intensos sin supervisión, prolongar el reposo en exceso o ignorar señales de alerta. Si durante el proceso aparecen dolor intenso, inflamación persistente, fiebre o pérdida de movilidad, es indispensable acudir al especialista.
“La rehabilitación es un proceso personalizado, debe adaptarse a cada paciente según el tipo de fractura, edad y condiciones de salud, siempre con un trabajo conjunto entre traumatólogos, fisioterapeutas y nutricionistas. La recuperación requiere compromiso, paciencia y acompañamiento profesional. Con un plan adecuado, volver a la vida activa es posible”, destaca la vocera del Instituto Carrión.
La alimentación y el descanso adecuados también son fundamentales. Una dieta rica en proteínas, calcio, magnesio y vitaminas C y D, junto con una adecuada hidratación, favorecen la cicatrización y consolidación ósea. Dormir lo suficiente permite al cuerpo regenerarse y fortalecer la recuperación.
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