martes, 19 de agosto de 2025

 

  • Vivir esta etapa con fuerza y energía es posible, pero requiere escuchar al cuerpo, adaptarse a sus nuevas necesidades y, sobre todo, no dejar de moverse.





Salud e
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 Casa.- Al cruzar los 50 años, el cuerpo inicia una transición drástica: la pérdida de masa muscular, la menor densidad ósea, los reflejos más lentos y una recuperación más prolongada. Sin embargo, esta etapa no implica resignarse, sino reconfigurar el enfoque. El movimiento deja de ser un pasatiempo: se convierte en el pilar para sostener salud, independencia y bienestar emocional.



“Muchos llegan pensando que ya es tarde para empezar, pero la realidad es que nunca han necesitado tanto moverse como ahora. El secreto está en elegir bien qué hacer y en qué orden.” comenta Sergio Pérez, jefe del departamento técnico de Smart Fit.



En ese sentido, el coach nos brinda cuatro pilares que debes tener en cuenta e incorporar si quieres sentirte mejor anímicamente después de los 50:



  1. Entrenamiento de fuerza: El primer paso es entender que la fuerza es tu nueva aliada. La pérdida de masa muscular con la edad no solo afecta cómo te ves, sino también cómo funciona tu metabolismo y tu capacidad para realizar tareas cotidianas. Recuperar músculo es posible con constancia: sentadillas, flexiones y dominadas son un buen inicio, y con el tiempo se pueden añadir mancuernas o bandas elásticas. Como mínimo tres sesiones semanales para empezar a notar cambios en la fuerza y la postura



  1. Fortalece tus huesos: Tan importante como el músculo son los huesos. Después de los 50, su densidad disminuye, lo que aumenta el riesgo de fracturas. Para fortalecerlos, es clave una dieta rica en calcio, suficiente vitamina D (consultando a un profesional si es necesario suplementar) y proteína de calidad. El entrenamiento de fuerza también ayuda a estimular la formación ósea, convirtiéndose en un doble beneficio: músculos y huesos más resistentes.

  1. Trabajo de movilidad: La flexibilidad, muchas veces olvidada, es esencial para reducir la probabilidad de lesiones y mejorar la calidad de vida. El estrés y el envejecimiento tienden a acortar y tensar los músculos, especialmente en la espalda baja y los isquiotibiales. Incorporar estiramientos después de entrenar o tras pasar mucho tiempo sentado ayuda a mantener el cuerpo ágil y a reducir dolores.


  1. Cardio moderado: El corazón también necesita su cuota de atención. Actividades cardiovasculares moderadas, como caminar a paso rápido, nadar o pedalear, mejoran la resistencia y la salud cardiovascular sin sobrecargar las articulaciones. Lo recomendable son al menos 150 minutos a la semana, repartidos en sesiones de 30 minutos.


Moverse no solo es una cuestión física, tiene un impacto directo en el ánimo



Vivir esta etapa con fuerza y energía es posible, pero requiere escuchar al cuerpo, adaptarse a sus nuevas necesidades y, sobre todo, no dejar de moverse. Como concluye Pérez: “El objetivo no es correr más rápido o levantar más peso como antes, sino vivir cada etapa con la mayor vitalidad posible”.

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