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En “El juego mental del terapeuta”, Gissella Vega muestra
cómo un terapeuta podría usar su rol para generar control y dependencia
emocional.
Salud en Casa.- ¿Qué pasaría si el espacio que debería ayudarte a sanar termina convirtiéndose en una fuente de confusión, dependencia emocional o miedo? El juego mental del terapeuta, el nuevo libro de Gissella Vega, plantea la posibilidad de reflexionar sobre un tipo de abuso poco visibilizado: la manipulación psicológica que podría ocurrir dentro de una relación terapéutica inapropiada.
A partir de su
experiencia personal, Vega comparte situaciones que podrían darse cuando
algunos profesionales usan —a veces sin plena conciencia— herramientas
terapéuticas de manera inadecuada. La autora ofrece señales que cualquier
persona podría considerar para evaluar si su proceso realmente la está
ayudando.
A continuación,
cinco red flags que podrían indicar una relación terapéutica problemática:
1. Cruza límites
personales o profesionales
Si notas que el
terapeuta comparte demasiados detalles íntimos, busca contacto fuera del
consultorio o se involucra en tu vida sin una razón clínica clara, esto podría
sugerir una falta de límites. La terapia funciona mejor cuando los roles y
fronteras están bien definidos.
2. Induce
dependencia emocional
Si empiezas a
sentir que sin tu terapeuta no puedes avanzar, que solo él comprende tu
situación o que necesitas su aprobación para decidir, podría tratarse de una
dinámica que refuerza dependencia. Un proceso sano acompaña para fortalecer tu
autonomía, no disminuirla.
3. Minimiza tus
emociones o invalida tu percepción
Frases como “estás
exagerando”, “eso no fue así” o “tú no entiendes” pueden marcar un patrón de
invalidación. El terapeuta debe ayudarte a comprender tus emociones, no
deslegitimarlas o usar tu vulnerabilidad para manipularte.
4. Usa la
“autoridad terapéutica” para justificar conductas inapropiadas
Si notas que se
respalda demasiado en expresiones como “confía en mi método” o “esto es por tu
bien” para impulsar decisiones o cruzar límites que te incomodan, podría ser
una señal de una práctica poco ética. La terapia no debería sentirse
coercitiva.
5. Te hace
sentir miedo, culpa o confusión constante
Si después de las
sesiones te quedas con sensación de angustia continua, dudas excesivas, culpa o
miedo a decepcionarlo, es necesario revisar la relación terapéutica. El
consultorio debe ser un espacio seguro, no un detonante emocional.
“Reconocer estas
señales a tiempo puede evitar que la terapia se convierta en una herramienta de
sometimiento emocional”, señala Vega. El juego mental del terapeuta
invita a cuestionar la figura idealizada del psicoterapeuta y a promover
conversaciones urgentes sobre ética, límites y consentimiento dentro del
espacio terapéutico. El libro también ofrece un espacio de reflexión y
herramientas para quienes han pasado por experiencias similares, animando a
reconstruir la confianza en sí mismos y a recuperar la autonomía emocional.


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