Frases tan simples como “me gusta que toques aquí” pueden ser como un GPS durante acto amatorio.
Diario Perú21.pe.- El sexo no solo es un mecanismo para obtener placer. Es también una forma de brindarlo. Esta labor requiere, entonces, conocer el cuerpo del ser amado. Se le debe explorar para descubrir cómo estimular apropiadamente los puntos del placer.
“Conocer el cuerpo de una mujer es una tarea tan lenta y tan encomiable como aprender una lengua muerta”, escribió Julio Ramón Ribeyro en Prosas apátridas. En general, tanto el cuerpo del hombre como el de la mujer son terrenos cuya exploración requiere tiempo, ganas y hasta puede ser “encomiable”, como dice Ribey-ro, pero, sobre todo, se necesitan herramientas.
Jacques Cousteau jamás habría navegado sin una brújula. Del mismo modo, todo amante debería contar con algún tipo de orientación en su recorrido. Si la meta es hallar puntos del placer en el cuerpo ajeno, ¿no vendría bien recibir pistas por parte de esa persona? Si bien resulta divertido lanzarse a lo desconocido y, poco a poco, diseñar una cartografía mental de lo que funciona o no (un beso en tal sitio, una caricia en otro), lo cierto es que la tarea puede ser más efectiva si existe un diálogo honesto.
Frases tan simples como “me gusta que me toques aquí” o “no, no siento nada cuando me besas aquí” pueden ser como un GPS natural durante el acto amatorio. Cada persona se conoce, de modo que puede proveer algo de información a la pareja. Así evitará que naufrague en el intento de llevarla al éxtasis.
Obviamente, estas indicaciones deben hacerse de la manera apropiada. No se trata de ser un dictador en la cama o dedicarse a señalar lo que no está bien, pero sí es clave hacerlas explícitas a fin de mejorar la dinámica en pareja. De otro modo, ¿cómo se enteran? “Tuve un enamorado que no sabía cómo hacerme sexo oral. Tenía muchas ganas de darme placer, pero no sabía cómo usar su lengua. Por miedo a herirlo, nunca le dije que no pasaba nada cuando él iba abajo”, cuenta Marina (32).
“No me gusta que me arañen la espalda, pero a mi esposa le encanta arañar. Ella no lo sabía hasta que se lo dije. Pensé que lo tomaría a mal o que me vería como un engreído, pero no hemos tenido problemas”, dice Andrés (37).
El diálogo ayuda a cualquier ‘explorador’. Sin embargo, esto no quita espacio a la improvisación. Hay personas que jamás hubieran imaginado que determinado punto de su propio cuerpo podría ser considerado una zona erógena. Uno mismo puede examinarse en busca de placer, pero es la intervención del ser amado lo que puede hacer esta experiencia mucho más enriquecedora.
DATO
- Los post-its pueden ser muy útiles fuera del escritorio. Un juego erótico consiste en lo siguiente: anotar verbos –por ejemplo, “besar”, “morder”, “lamer”– en cada nota autoadhesiva y pegarlas en diversas partes del cuerpo. El reto de la pareja será realizar la acción en la zona indicada.
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