miércoles, 12 de junio de 2013

Sereslibres.com.- La gente tóxica, también conocida como “vampiros psíquicos” son aquellos que tienen tan baja autoestima y se sienten muy deprimidos consigo mismos, que para subirse su estado de ánimo, hace que a los otros se les decaiga el suyo infundiéndoles confusión, inseguridad, dolor y tristeza en sus mejores momentos: días comunes en que te vea bien, o una fiesta, un cumpleaños, un viaje que te ilusionaba, un nuevo empleo, una alegría cualquiera.
 
Pueden parecer tu mejor amigo, tu pareja, y hasta pareciera que te quiere, pero OJO, en un dos por tres, pueden pasar a criticarte, hasta a mentir sobre tu vida, si es necesario, siempre de forma “inocente”, y “para ayudarte”, para que se caigan tus mejores momentos. Lo puede hacer directamente (a vos) o indirectamente, contando indiscreciones verdaderas o no, al resto.
 
 Es gente que absorbe tu alegría, a través de su propia negatividad camuflajeada en “críticas constructivas” Son los que antes o después o durante una linda fiesta o reunión, te hacen un comentario o te dicen algo, que te enveneno la sangre, o se pelean sin sentido, te provocan, y después te pueden abrazar y decirte que todo está bien, que te olvides de todo, “que ya no peleen más” (cuando a vos, ni se te ocurrió) y que disfrutes de la reunión...pero ya no podes, lo lograron. Se alimentan de matarte, de una forma u otra, tus ilusiones.
 
Los celos, el ansia de éxito y el amor de los demás en exclusiva, están en el origen de los vínculos dañinos. Hay seres tóxicos capaces de infectarnos con su negatividad, pero también antídotos y técnicas para librarse de quienes nos amargan la vida e impiden crecer.
 
Hay personas en nuestro entorno familiar, laboral o social, cuyos comentarios y actitudes nos complican la existencia. Gente peligrosa para nuestra salud mental, emocional y física, a quienes conviene mantener alejados, o al menos a raya, si no tenemos más remedio que convivir o coincidir con esas personas tóxicas. Cualquiera que nos aflige con su actitud hacia nosotros, que no nos deja crecer, que no se muestra contento con nuestros éxitos y que pone barreras a nuestros esfuerzos para ser más felices, puede considerarse una persona tóxica para nuestra vida, aunque para cualquier otro individuo pueda resultar inofensiva.
 
Para la psicóloga estadounidense Lillian Glass, la raíz de toda toxicidad en las relaciones humanas son los celos. ¿Por qué algunas personas cercanas, queridas o amigas, nos hieren, se enfadan con nosotros, tratan de vencernos, buscan disgustarnos o intentan dañarnos con frases sarcásticas o respuestas que desaniman o al alegrarse falsamente de nuestra felicidad o éxito?
 
Por qué nos hacen críticas destructivas? 
 
 “Debido a los celos y su concomitante envidia”, señala Glass, para quien el descontento y los sentimientos de insuficiencia provocan el ansia de posesión, del éxito y del amor de otras personas, así como el deseo de tenerlas para uno mismo, en exclusividad. Caldo de cultivo: Los Celos La frustración de otras personas que nos ven como ganadores y se consideran a sí mismas como perdedoras, las impulsa a golpearnos mental y verbalmente, y a veces incluso mediante la violencia física.
 
También les lleva a involucrarnos en juegos molestos, palabras crueles y comportamientos sucios. Los celos o la falta de amor propio son la razón de muchos comportamientos negativos hacia nosotros, pero también la causa encubierta de conductas similares de nosotros hacia los demás.
 
La doctora Lillian  Glass, sugiere emplear ciertas técnicas para que los ataques emocionales de la gente tóxica no repercutan sobre nuestra salud física y mental. Para la experta, esto es una cuestión de supervivencia, porque buena parte del bienestar y éxito en nuestra vida dependen de que se mantenga nuestra fortaleza psicológica y emocional.
 
A veces, para contrarrestar la toxicidad ajena o intentar que no nos afecte, se recurre al consumo de drogas, tranquilizantes o a la alimentación compulsiva. Pero ello sólo es una forma de autodestrucción inconsciente, que sólo ocasiona que esa situación negativa se agudice cuando han pasado los efectos en apariencia placenteros de esos métodos para huir de la realidad. Tampoco hay que responder con la violencia física, ya que las agresiones a los individuos tóxicos sólo consiguen convertir en víctimas a quienes en realidad son los verdaderos agresores, lo cual realimenta su papel negativo en nuestra existencia: es como intentar apagar un incendio echándole más combustible.
 
 
La amenaza en casa.
 
 
Cuando las personas tóxicas forman parte de la propia familia, pueden plantear un verdadero problema psicológico, debido a la continuidad de la convivencia y el vínculo. Si están en el trabajo, pueden poner en riesgo nuestra continuidad laboral, debido a que se resiente nuestro rendimiento a los continuos conflictos. Ya sean nuestros padres, hijos o cónyuges, nuestros jefes o compañeros de trabajo, a las personas tóxicas hay que aprender a tratarlas, para que no trastornen nuestro equilibrio vital.
 
 Según la investigadora  Lillian Glass, la fórmula magistral para desintoxicar nuestras relaciones consiste en comunicarse para afrontar lo que nos molesta del otro y decirlo sin tapujos. Si tiene un jefe, amigo o familiar que le hace sentir inferior. Si su madre, padre o ambos le han regañado a lo largo de toda la vida. Si está en contacto con un médico, profesor o cliente que le insulta o simplemente le pone enfermo.
 
Si mantiene algunas de éstas u otras relaciones tóxicas, necesita sobrevivir a ellas. Para conseguir una convivencia tranquila y feliz, la experta sugiere aplicar una serie de antídotos contra la negatividad. Una solución consiste en mantener el sentido del humor. Relajar las tensiones y divertirse, con ello permite responder al sujeto tóxico y conseguir el beneficio de la risa.
 
(Es solo un pequeño extracto, tomado de esta página)
 

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