martes, 1 de abril de 2014

Agencia Andina.- Los padres deben estar presentes en la vida de sus hijos no solo físicamente sino monitoreándolos, orientándolos y supervisando sus actividades para evitar que caigan en las manos de las barras bravas y las pandillas, recomendó hoy el psicólogo y abogado Daniel Henríquez Villegas.

Al comentar el reciente enfrentamiento de una barra brava que derivó en la muerte del joven Bryan Huamanlazo Cusipuma (19), el especialista sostuvo que quienes protagonizan ese tipo de actos violentos provienen, generalmente, de hogares disfuncionales. 

"Un hogar disfuncional es aquel donde no hay figura paterna, donde hay maltratos, o donde no hay reglas ni límites, y donde muchas veces el menor ejerce dominio y superioridad sobre sus padres. O también puede ser un lugar donde hay papá y mamá, pero no se siente su presencia", explicó en diálogo con la agencia Andina.

Anotó que nadie conoce mejor a los chicos que sus propios padres, que saben de su temperamento y de hasta dónde son capaces de llegar.

"Los padres deben estar presentes en la vida de sus hijos, para cuidarlos, para orientarlos y formarlos. No basta con cerciorarse de que llegue a dormir a la casa; hay que saber con quién andan, qué hacen en la calle, en qué ocupan su tiempo", recalcó.  

A juicio de este profesional, quien es jefe del Área de Psicología de la Corte de Justicia de Lima Norte, la violencia de las barras bravas y las pandillas tienen su origen en el hogar, pero también es una responsabilidad compartida.
 
"La responsabilidad tiene que verse desde varios niveles, partiendo de la propia persona que tiene que cuidarse como también de la familia que no está presente, que no se percata de lo que pasa con el hijo y no lo orienta adecuadamente", expresó.

Empero también, dijo, ha fallado la escuela, ha fallado el club deportivo que no ha sabido tomar las medidas para asegurar a su público.

Henríquez Villegas manifestó que estos jóvenes que salen a la calles a agredir y destruir han crecido en donde no encuentran vínculos familiares que los hagan sentirse queridos y aceptados y por eso, su marcada necesidad de sentirse parte de un grupo los lleva a tratar de cubrir esa necesidad básica y terminan enganchándose con personas o grupos peligrosos.  

"En el tema de las barras bravas, el amor a la camiseta es solo una excusa. A estos muchachos le quitas la camiseta y tienes solo a un grupo común y corriente de pandilleros. Hay que distinguir al muchacho que le tiene cariño a su club del que solo lo usa como pretexto para agredir y transgredir las normas", anotó.

El experto planteó que el problema se afronte desde varios frentes, uno de los  cuales es el trabajo con los niños y adolescentes para orientarlos.  

Un segundo frente que es muy importante, es atacar directamente la causa del problema. En ese sentido, saludó la decisión de la Municipalidad de Ate de clausurar el estadio Monumental.

En su opinión esa medida debía replicarse en otros estadios hasta que los clubes aseguren medidas para minimizar o acabar con este fenómeno social.

"El Estado debe intervenir de manera más enérgica, con una política social más contundente. El fútbol es una actividad privada que no genera mayores réditos al erario nacional y, por el contrario, origina inseguridad", opinó finalmente.

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