domingo, 15 de febrero de 2015

Enseñar a sus hijos a que usen el inodoro y dejen el biberón no tiene por qué ser una tarea titánica. Eso sí, demandará mucha paciencia de su parte.
Max Zaidman Vainboim, 
Pediatra de la Clínica Ricardo Palma.

Suplemento Domingo.- El proceso para que un niño deje el pañal puede tardar semanas, incluso meses. No lo presione ni deje que el entorno lo haga, todo tiene su momento. El pequeño debe alcanzar cierta madurez física y psicológica para controlar sus esfínteres y eso sucede entre los 2 y 3 años. Si camina solo, se dará cuenta que se hizo. Cuando ya imita a sus hermanos o a los adultos y entiende órdenes sencillas, quiere decir que el momento de enseñarle ha llegado.

Pídale al pequeño que lo acompañe a comprar el bacín. Deje que elija el que más le guste, de esta manera no le resultará ajeno y el aprendizaje será más natural. Permita que se familiarice con él. Espere un par de días para explicarle que la bacinica debe estar en el baño, porque se usa para orinar y evacuar. Quítele el pañal y siéntelo algunos minutos, así no tenga ganas de ocuparlo. Repita ese proceso varias veces al día, en especial después de cada comida, antes de dormir y cuando recién se despierte. La idea es que asocie el hecho de sentarse con hacer sus necesidades. Cada vez que use con éxito el objeto, felicítelo. Refuerce de manera positiva su progreso. Si no logra controlarse, no lo grite, mírelo serio y pídale que haga su máximo esfuerzo porque ya es grande. 
Quitar el pañal nocturno demanda más tiempo y trabajo. Algunos pueden utilizarlo hasta los 6 años. Converse con su hijo y explíquele que, como es grande empezará a dormir solo con pijama. Acostúmbrelo a que miccione antes de acostarse. Si a pesar de esto, no se controla, levántese a medianoche y llévelo al baño. Muchos pequeños duermen tan profundamente que no se dan cuenta que se orinan.
Respecto al chupón, su uso tiene tantos defensores como detractores. Aunque la mayoría de las veces el pequeño deja el chupón de manera natural, un grupo necesita ayuda para dejarlo porque tiene algún tipo de deficiencia afectiva. Si cumplidos los tres años el menor no abandona este hábito, hay que motivarlo a hacerlo.
Busque el momento perfecto para indicarle que –de ahora en adelante– solo lo utilizará en casa o cuando se vaya a dormir porque ya no es un bebé. Si lo hace cuando está inquieto o nervioso, podría generarle un cuadro de ansiedad. Recuerde que muchos pequeños se valen del chupón para relajarse.

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