jueves, 11 de agosto de 2016

#NiUnaMenos Kristel Begazo Joyo. Cada año aumenta el número de casos de intento de feminicidio, especialmente porque las víctimas prefieren no decir nada porque las autoridades no hacen nada contra los agresores cuando son denunciados. Este es un caso.



Por : Mayra Albán.

Diario La República.- Existen momentos que no se borran jamás de la mente. Escenas que se adhieren a la memoria e irrumpen violentamente cada vez que se evocan. Kristel Begazo recuerda que hace tres años estaba en la cama de un hospital, apenas consciente, tratando de hablar sin ahogarse con su propia sangre.

Con cortes en el rostro, el cuerpo golpeado por haber sido lanzada del segundo piso de su casa de Santa Anita, y sin tener a su lado a sus dos hijas, sus familiares buscaban convencerla para que pusiera punto final a una historia repleta de violencia.
“El padre de mi hija (Johnny Jalsovec Pimentel) planificó mi muerte desfigurándome el rostro”, relata Kristel Begazo, de 31 años.
La historia de Kristel Begazo empieza como muchas otras que se desencadenan en tentativas de feminicidio. El hombre que amaba, Johnny Jalsovec, le había jurado amor eterno a ella y a sus hijas.
De repente, sin que Kristel Begazo se diera cuenta, empezó a controlar sus expresiones y círculos amicales. Estallaron los insultos y surgieron los golpes. Luego vino el perdón. Y después, él reinició las peleas con más agresividad.
“Se escondía en mi casa a la espera de que nos quedáramos dormidos. De repente lo tenía encima asfixiándome. Me cortó el rostro y no dejaba de golpearme”, recuerda Kristel, con escalofríos.

Silencio que mata

Desde enero de este año, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ha registrado unos veinte casos mensuales de tentativa de feminicidio.
Mientras que los casos de feminicidio se repiten casi en el mismo promedio cada año, en cambio la tentativa se ha incrementado. ¿Por qué? Entre otros motivos porque las víctimas no dicen nada.
Las víctimas son mujeres que, como Kristel Begazo, pudieron sobrevivir a intentos de asesinato perpetrados por sus parejas. Según cifras del Ministerio Público, desde 2009 a la fecha se han producido 653 episodios violentos de este tipo. En este periodo los números han ido en aumento.
“Las heridas que me hicieron las llevaré toda mi vida. No será fácil sanarlas, requieren de mucha ayuda”, afirma Kristel Begazo con resignación y tristeza.
Las fotografías de su cuerpo devastado por Johnny Jalsovec son de espanto.
Dieciocho días pasó Kristel, psicóloga de profesión, en una camilla del hospital Almenara. Fue una verdadera temporada en el infierno.
No podía llorar por la gravedad de sus lesiones. Tuvieron que reconstruir los ojos porque cuando lloraba inflamaban sus heridas.
Impulsada por la tristeza y la desesperación escribió su historia en tres rollos de papel higiénico. Serían las primeras páginas de un libro que se titula Cuando no me amo.
“Era la única manera que yo tenía para descargar lo que tenía adentro. No sólo era el dolor físico sino también el no tener a mis hijas, no saber dónde estaban”, recuerda.
Las niñas estaban retenidas por el agresor, Johnny Jalsovec.
Kristel Begazo recuperó a sus niñas y denunció a Jalsovec ante la fiscalía de Salamanca. Sin embargo, ante la demora de quince días para emitir la orden de captura, él escapó y ahora se encuentra prófugo de la justicia.
Como si no fuera suficiente, es Kristel Begazo quien tiene que asistir a la fiscalía cada seis meses a renovar el mandato de detención contra su ex esposo. Lo hace para no olvidarse de lo que le hizo. Lo hace para que sus hijas sepan quién es su padre. Lo hace para que otras mujeres sepan que el dolor continuará mientras el autor siga impune.
Para que no se queden calladas.

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