domingo, 5 de noviembre de 2017


Martín Nizama Valladolid, psiquiatra en el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado - Hideyo Noguchi, aseguró que la referida medidaes "una bandera que han levantado algunos políticos para generar una cortina de humo".
Por : Maricarmen Chinchay
Diario La República.- Ninguno de los problemas presentes en la sociedad peruana son hechos aislados o repentinos. Estos han surgido de los diversos cambios sociales y en la tarea por erradicarlos nadie debería mantenerse al margen, menos aún cuando se trata de violencia de género, señala en esta entrevista el psiquiatra Martín Nizama.

Violadores sexuales, feminicidas, asesinos, agresores de mujeres... ¿son estas personas una mala herencia para el país de algún tiempo pasado violento? ¿Dónde está la raíz del problema?
Es una cadena de consecuencias de tiempos antiguos, pero la sociedad posmoderna ha hecho también su parte. Esta sociedad se está deshumanizando en forma acelerada, es una sociedad materialista, que vive para el consumismo, es hedonista; la autoridad se ha perdido. Y estas características son una especie de caldo de cultivo para una pérdida de valores, por eso es que decimos que actualmente la sociedad se ha deshumanizado. ¿En manos de quién está la solución? De todos, el problema es de todos y la solución también lo debe ser.
Tomando de referencia los últimos casos de agresiones a mujeres y menores de edad, ¿cómo evalúa la conducta de los agresores, qué patrones tienen en común?
Tendría que conocer a profundidad cada perfil, pero podemos decir que en la personalidad de quienes son agresores existen (patrones) de tipo psicopáticos. Son personas que tienen el juicio conservado, pero no tienen control de sus impulsos ni remordimiento ni autocrítica, como son los sicarios, feminicidas, homicidas o parricidas. También hay personalidades de tipo inmaduro, donde las personas desde la niñez no han recibido amor o buena crianza o educación, y por lo tanto crecen como animales y, de adultos, trasladan su cólera contra sus seres queridos o la sociedad. Las personas que violan a bebés, por ejemplo, se hallan en un estado cavernícola, y ese primitivismo se está viendo en la actualidad. Hay agresores que presentan lesión cerebral, personas que tienen el lóbulo prefrontal deficiente producto de alguna adicción, y como en esta zona se encuentra la razón, los valores y control de impulsos, si eso se daña, no hay un juicio coherente.
En el caso del violador de la bebé de dos meses, que resultó ser su propio padre, ¿es posible que esta persona se regenere?
No. Los violadores sexuales y principalmente los de menores de edad, o los pedófilos, no tienen conciencia del daño que hacen y no hay capacidad de arrepentimiento en ellos. Por el contrario, gozan de hacer sufrir y no hay autocrítica, ni mucho menos motivación para encontrar ayuda, eso hace que no sean rehabilitables.
Justamente a raíz del caso de esta bebé, surgió nuevamente el debate de la pena de muerte como salida para acabar con los abusadores, ¿es esta una medida adecuada?
No. La pena de muerte es absolutamente contraindicada, es una bandera que han levantado algunos políticos para generar una cortina de humo y que no se hable de otros temas, sobre todo los de corrupción. Esta es una respuesta demagógica a la ira popular, hay una comprensible indignación del pueblo ante estos crímenes, la gente pide pena de muerte pero no es que con esto tenga la razón, sino porque tienen cólera, y los políticos en lugar de orientar a la población, dicen eso para ganar simpatizantes.
¿Y por qué es contraindicada la pena de muerte?
La vida es el patrón supremo dentro de toda sociedad, la pena de muerte es una venganza de la sociedad inducida por la cólera, un ajusticiamiento que no es ético. Los violadores, pedófilos, y demás agresores, en realidad inconscientemente también tienen conductas suicidas, así que aplicándoles esta pena se les haría un favor. La pena de muerte no intimida al criminal, el que es criminal comete sus atrocidades y no tiene miedo ni remordimiento, por lo tanto no es posible que la sociedad encuentre justicia en ese método. La sociedad pide la pena de muerte, pero con ella no enmienda ni corrige nada. Los criminales son inmunes a la pena de muerte.
En cuanto a la violencia de género, ¿es posible afirmar que la emancipación que las propias mujeres están experimentando al defender sus derechos, sea a su vez la razón del aumento de las agresiones hacia ellas?
Es posible, hay una reacción o respuesta por parte de los hombres dominantes para no ceder o perder terreno de dominio. Por eso vemos que ante la decisión de las mujeres de poner fin a una relación, algunas terminan quemadas, asesinadas a balazos o de otras formas crueles. Ahora bien, se fomenta que las mujeres denuncien y eso está bien, pero el Estado debe proteger a las denunciantes, no hay otra manera porque de lo contrario la lucha puede debilitarse.
Y en ese afán de no ceder terreno es que algunos hombres niegan la desigualdad que existe entre hombres y mujeres en el país.
Es obvio que la brecha entre hombres y mujeres en el Perú existe y no es una exageración ni pensamiento desproporcionado de las mujeres cuando estas llaman la atención de las autoridades. El hombre que minimiza eso está dando una muestra de que es machista y de que no quiere perder privilegios, por eso ataca a las mujeres llamándolas “feminazis”.
¿Y qué es más peligroso, un agresor confeso o uno solapado que finge tener un discurso de rechazo a la violencia de género y, sin embargo, la ejerce en su entorno íntimo?
Bueno, ambos son igual de condenables, ambos tienen patrones de comportamiento anormal que deben ser erradicados, ya sea el salvaje directo o el enmascarado. Si queremos hacer una comparación, más condenable es el que se solapa bajo una apariencia para engañar, y es más condenable porque se supone que tiene mayor instrucción.
Ejemplo de ello son los casos de Juan Mendoza (economista) y Abraham Valencia (asesor político).
Eso demuestra que la violencia está presente en todos los niveles sociales. Si recibiste instrucción y tienes conductas salvajes, entonces esa educación no entró en las neuronas.

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