domingo, 10 de junio de 2018

#NIUNAMENOS. Cusco es una de las regiones en donde las mujeres sufren agresiones físicas y psicológicas. Los últimos crímenes contra ellas han sido de espanto; también las estadísticas de denuncias presentadas en el Ministerio Público y Poder Judicial. Hay toda una estrategia para reducir esos índices, una de ellas, la instalación de cámaras Gesell en Cusco y Sicuani.
Por : José Víctor Salcedo. 

Diario La República.- Gloria Pacheco Yucra murió desangrada en la habitación 404 del hospedaje Munay Chaska en la avenida Manco Capac, distrito cusqueño de Wanchaq. Su pareja Rudy Lee Deza Zárate la apuñaló varias veces. Cuando la policía llegó vio un cuadro escalofriante: Gloria estaba tendida en el piso ensangrentada y, a su costado, una botella de vidrio y un cuchillo de cocina.

Gloria ya corría peligro. Había denunciado hasta en tres ocasiones a su pareja por agresión. Este primero la amenazó de muerte. El 1 de junio pasado perpetraría el crimen.
Gloria representa el típico caso de violencia contra las mujeres. Ocho fiscalías investigan diez casos de feminicidios ocurridos en varias localidades de Cusco, mientras que los juzgados de la región juzgan ocho casos por delito de feminicidio. Desde la aprobación de este delito, una decena de agresores están en prisión o fugados de la justicia.
En 2017, las fiscalías vieron 36 denuncias por feminicidio y en 2016, 24 casos.


El crimen es la fase final de una cadena de agresiones físicas y psicológicas. “Es el desenlace de una cadena de agresiones que empezó con mucho tiempo de anticipación y donde hubo alertas o avisos previos”, advierte del psiquiatra Carlos Virto (ver enfoque).
Según el registro, el ránking de incidencia delictual de Cusco, los delitos de atentados contra la libertad sexual (violación, tocamientos indebidos y agresiones de todo tipo) contra mujeres y niños ocupan el tercer lugar después de delitos patrimoniales y omisión de asistencia familiar. “De 100 mil denuncias que recibimos por año, esos casos son bastante altos”, explicó Walter Becerra, presidente de la Junta de Fiscales Superiores del Cusco.
Hasta el viernes las fiscalías han recibido 553 denuncias por violación de la libertad sexual (violación, tocamientos indebidos, entre otros). En 2017, la cifra llegó a 1231 denuncias, y en 2016 hubo 1214 casos. En esos años hubo un incremento de denuncias en casi 70%. En años anteriores ,la cantidad oscilaba entre 515 y 790.
En tanto, el reporte de delitos por lesiones por violencia familiar suma 2202 denuncias. La cifra representa más de la mitad de lo registrado el año pasado, que llegó a 4397 casos a manos del Ministerio Público.
Son datos alarmantes. Sucede que en 2016 hubo 1200 denuncias. Hubo un aumento en más de 350%. Si comparamos las cifras actuales con denuncias registradas 2015 y 2014, el aumento supera 2000%.
No obstante, el presidente de la Corte Superior de Justicia, Wilbert Bustamante, refirió que si bien hay más denuncias, eso no necesariamente quiere decir que aumentó la violencia en esos índices. Según Bustamante, ahora la gente tiende a denunciar más. “Es positivo que se denuncie toda agresión, y nuestra tarea es sancionar a los culpables”, anotó.


ATENCIÓN A VÍCTIMAS
El presidente de los fiscales de Cusco, Walter Becerra, prioriza la atención a las mujeres víctimas de violencia en todas sus formas. Gracias a sus gestiones, la ONG Aspeng y el fondo del Ítalo-Peruano donó equipos ultramodernos para implementar cámaras Gesell en Cusco y Sicuani (Canchis). Asimismo, hay el compromiso de reemplazar y repotenciar los equipos de las Gesell que actualmente funcionan en Santiago y Espinar.
Para más adelante está previsto implementar similares cámaras en Urcos (Quispicanchi) y Quillabamba (La Convención).
“Somos la única región que va a contar con cuatro cámaras Gesell para atender a mujeres y menores que son víctimas de diversos tipos de violencia”, anotó.
“La cámara Gesell es un instrumento que permite cuidar la dignidad de las víctimas de diversos tipos de violencia como violación sexual, actos contra el pudor, violencia familiar y otras vejaciones, sobre todo en mujeres y menores de edad. Ellas declaran en esas cámaras para evitar hostigamiento y revictimización”, explicó.
Contar con una cámara Gesell evita, por ejemplo, que víctimas de violación “vuelvan a ser interrogadas varias veces. Solo declara una vez y eso sirve en todo el proceso, en todas las instancias”.
Tanta es la carga por denuncias de violencia que en la cámara Gesell de Santiago había una lista de espera hasta agosto próximo. Becerra refirió que aunque contar con esos instrumentos es un paso importante, está pendiente la tarea de priorizar la prevención para proteger a las mujeres y a los menores de edad. 
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