lunes, 13 de agosto de 2018


Salud en Casa.- Hasta la semana epidemiológica 30 del 2018 se registraron 466 casos de tos ferina en el país, lo cual representa un incremento del 150% con respecto al mismo periodo del año pasado, según el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud. Además, hasta la fecha ya se han reportado 7 personas fallecidas por esta enfermedad.


Más del 94% de los casos de tos ferina se registraron en niños de entre 0 a 11 años,1 siendo ellos el grupo poblacional de mayor riesgo, ya que esta enfermedad puede provocar en los bebés y niños dificultad para respirar, el desarrollo de cuadros de neumonía e incluso provocar la muerte.

Para el Dr. Raúl Urquizo, decano del Colegio Médico de Lima, la tosferina se caracteriza por ser una patología muy contagiosa, que se transmite de una persona a otra al toser o estornudar e incluso solo al pasar mucho tiempo en contacto cercano con una persona infectada. Por ello, en la mayoría de los casos, los bebés se contagian de otros miembros de la familia, como hermanos mayores y padres, quienes pueden tener esta patología y no darse cuenta.

“La prevención es clave para evitar el contagio de esta enfermedad, y en este caso la vacunación es la medida más efectiva. Existe una vacuna que pueden proteger al bebé incluso desde el primer día de vida, al ser aplicada a las madres durante su embarazo. Los adultos también pueden hacer uso de la vacuna, para no ser una fuente de contagio, ellos deben tener en cuenta que, si bien esta patología no representa mayor riesgo para los adultos, puede ser fatal para los recién nacidos”, indicó el especialista. 

Adicionalmente, la Dr. Urquizo señala que, si no se ha realizado la vacunación necesaria y los bebés están en riesgo, se debe prestar especial atención a los síntomas, los cuales son similares a los del resfriado: malestar, tos leve y fiebre. Cabe indicar que, en muchos casos la tos puede ser mínima o incluso estar del todo ausente, pero sí se presentará lo que se conoce como “apnea” o pausas en el patrón de respiración del niño y cambio de color en la piel (azulada), producto de la dificultad para respirar.

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