Inocencia robada. Cifras del Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público y del MIMP indican que hubo 8.063 casos y los agresores eran personas del entorno familiar.
Por : Mayra Albán
Diario La República.- Ser madre de una bebé de diez meses, cuidarla, bañarla, darle de lactar. Esa es la realidad que vive una niña de diez años que fue abusada sexualmente por quien era la pareja de su madre y representaba la figura paternal en casa.
Nadie sabe desde cuándo venía ocurriendo esto en la casa de la niña, en Ventanilla, Callao. La menor aún no lo cuenta todo pese a que ya ha pasado casi un año desde que dejó caer el peso de ese terrible "secreto".
-"¿Qué pasa?, le dije.
-“Cuéntame”.
-“A ella solo le salieron las lágrimas. Se echó en la cama, le toqué su barriga y estaba dura. Entonces le digo, ¿estás embarazada?, no sé, me dijo", recuerda su madre con la voz quebrada.
Al día siguiente, una ecografía les confirmó la sospecha: cinco meses de embarazo.
"¿Quién te ha hecho esto?, le dije. Para mí era bien doloroso descubrir todo eso. Con esa ecografia vine acá, a la casa, pensando en que iba a encontrarlo a él pero ya se habia fugado”, cuenta la madre de familia, con una rabia que se siente en sus palabras.
Ahora Elmer Sergio Chambergo, de 41 años, está cumpliendo prisión preventiva por este delito; pero eso no le ha devuelto los días de tranquilidad a su víctima.
"Siente vergüenza", dice su madre. Ella, a pesar de que en toda esta historia es la víctima, tiene que aguantar las miradas de sus vecinos y las amenazas de la familia de su agresor.
Cruda realidad
Por desgracia, el caso de la niña de Ventanilla no es un hecho aislado. Durante 2018, en el Perú se reportaron 8.063 abusos sexuales, donde ocho de cada 10 víctimas eran menores de edad (entre cero y los 17 años). Esto según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público que realizó un trabajo en base a cien denuncias fiscales.
Las conclusiones señalan que el 54,9% de víctimas tenía entre 13 y 17 años; y el 28,5% restante eran bebés y niñas hasta los 12 años. En total, el 83,4% de casos de violencia sexual se dieron contra menores de edad.
En cuanto a los agresores, este estudio concluye que en el 41,2% de casos, el agresor era un conocido de la familia.
"En el caso de los niños y las niñas, el agresor se encontraba dentro del espacio familiar. (También) hay un porcentaje alto que indica que se encontraban en espacios donde nosotros creemos que los niños pueden estar seguros y bajamos la guardia", asegura María del Carmen Santiago, directora General de la oficina del Niño, Niña y Adolescente del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Cifras en aumento
Los Centros de Emergencia Mujer atendieron, hasta diciembre último, 8.957 casos de niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual. Es decir, más del 31% de casos.
Y el observatorio del Ministerio Público señala que un 13,7% de las victimas (o un apoderado) denunció el hecho entre la segunda y cuarta ocurrencia.
"¿Por qué el niño lo dice después de tiempo? Porque antes, de repente, lo quiso decir pero sintió que no tenía oportunidad porque empieza a preocuparse de esta persona que es agresora y que le dice: mira que si tú hablas me va a pasar esto, mira que tu papá se va a molestar", señala Patricia Garrido, psicóloga de la Unidad de Atención Integral Frente a la Violencia Familiar y Sexual del MIMP.
Prevención
Fortalecer las redes de soporte es lo que recomienda el Ministerior de la Mujer. En la mayoría de los casos que atienden a diario, las víctimas no tienen un soporte familiar.
"Hay situaciones en las que las personas cuidadoras deciden no hacerle frente y quieren resolverlo de manera interna. En un caso, de hace muchos años, el hijo mayor había violentado a su hermana. Ella (la madre) lo mandó a un cuartito del tercer piso de su casa y en las noches lo encerraba con candado. La niña sentía que no estaba siendo protegida", cuenta Garrido.
Ahora bien, los meses de febrero y agosto es donde más ocurrencias de este delito hubo, según el observatorio del Ministerio Público.
"Si la madre o el padre le dice a su hijo: ' tienes que hacer lo que te digo porque yo soy el adulto'. Estamos programando a ese niño para aceptar lo que el adulto dice . El niño debe explicar sus motivos del porqué no quiere hacer tal o cual cosa", dice Santiago.
Otros hábitos sociales como exigirle al niño "darle un beso al tío, pese a su incomodidad, es algo que podría exponerlos”, agrega.
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