Salud en Casa.- Cuando hablamos de espondilitis anquilosante, nos referimos a esa enfermedad autoinmune que suele aparecer entre los 17 y 35 años de edad. Comienza con lo que parece un dolor de espalda común, pero no hay que engañarse: puede incapacitar al paciente y obligarlo a retirarse de la vida laboral en forma prematura.
Cualquier persona puede llegar a padecerla, pero se presenta con mayor frecuencia en hombres que en mujeres. Se caracteriza porque las articulaciones y ligamentos de la parte baja de la espalda sufren episodios de inflamación, dolor y rigidez. Con el tiempo este problema se presenta en todo el tronco, iniciando un proceso de degeneración en el que las vértebras se fusionan, de tal manera que la columna se vuelve rígida e inflexible.
Los elevados costos de la enfermedad
Como es de suponer, el impacto económico que conlleva la espondilitis anquilosante es considerable. Se estima que el enfermo pierde 13 días de trabajo al año, en promedio, por problemas relacionados con su dolencia. El 31% de los pacientes con espondilitis anquilosante requiere pensión por invalidez y aproximadamente el 15% necesita reubicación laboral.
A lo anterior hay que sumarle el costo de atención de la enfermedad, de los cuales el 73,6% está asociados a costos indirectos, lo que se atribuye a una reducción considerable de los ingresos y la productividad de los pacientes.
¿Cómo tratar la enfermedad?
Por eso es importante que los afectados se informen y opten por la mejor alternativa disponible para tratar este mal. En años recientes ha habido grandes mejoras en lo que se refiere a tratamientos para la espondilitis anquilosante. Algunos de ellos se limitan a atacar y reducir los síntomas, mientras que otros, como las terapias biológicas, actúan directamente sobre el sistema inmunológico del cuerpo y pueden ser aplicadas por el propio paciente en su hogar, pues cuentan con un dispositivo que facilita su uso.
Recordemos que la mejor alternativa para la espondilitis anquilosante, por el momento, sigue siendo la combinación de ejercicios, administración adecuada de medicamentos y la vigilancia por parte del médico especialista.
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