Salud en Casa.- En el contexto de un diagnóstico de cáncer, la alimentación se convierte en mucho más que una fuente de energía: pasa a ser una herramienta esencial para fortalecer el cuerpo, mejorar la tolerancia a los tratamientos y, en muchos casos, contribuir a un mejor pronóstico. Así lo confirma una reciente entrevista con especialistas en nutrición clínica oncológica, quienes destacan los principales criterios para una alimentación adecuada en pacientes con cáncer.
“La
desnutrición puede afectar hasta al 70% de los pacientes oncológicos y su
impacto negativo en la evolución de la enfermedad es profundo En ese sentido,
la intervención nutricional debe iniciar desde el momento mismo del
diagnóstico”, afirma el Dr. Robinson Cruz nutricionista clínico y especialista
en nutrición oncológica, presidente de la Asociación Peruana de Nutrición
Clínica Oncológica (ASPENCO).
La proteína: primer pilar
nutricional
El primer
paso, según indican, es evaluar la masa muscular del paciente. “La masa
muscular no solo contribuye a la fuerza física, sino que produce sustancias que
ayudan a reducir la inflamación y fortalecer el sistema inmunológico. Por eso,
asegurar un consumo adecuado de proteínas es vital, aquí no deben faltar
huevos, lácteos, carnes magras y pescados”, enfatiza el especialista.
Mitos y desinformación:
enemigos silenciosos
Una de las
principales barreras para una buena nutrición es la cantidad de información
errónea que circula. “Muchas personas creen que deben eliminar completamente el
azúcar, incluyendo frutas, lo cual no es necesariamente cierto. La clave está
en evitar azúcares añadidos como la sacarosa o productos como miel, panela o
algarrobina, pero no hay razón para temer a la fructosa presente en las frutas
enteras, consumidas en porciones adecuadas”. Comenta el nutriólogo Robinsosn
Cruz.
Comer sin apetito: el gran
reto
Durante el
tratamiento, la pérdida de apetito es frecuente. Frente a ello, se recomienda
modificar las texturas de los alimentos y fraccionar las comidas. Aunque no
existe una receta universal —debido a la variabilidad entre pacientes—, hay
estrategias que pueden adaptarse de forma personalizada, siempre bajo
supervisión profesional.
Manejo de efectos adversos
Los
efectos secundarios como la mucositis, diarrea o estreñimiento requieren un
manejo alimentario preciso. Por ejemplo, mientras la fécula (como el chuño)
puede ser útil para la diarrea, debe evitarse en casos de estreñimiento, donde
se priorizan frutas con cáscara, fibras como linaza o chía y adecuada
hidratación.
Hidratación y seguridad
alimentaria
Mantener
una hidratación adecuada es clave, pero debe individualizarse. El agua es la
mejor opción, pero deben evitarse infusiones de hierbas o preparaciones caseras
que puedan interferir con los medicamentos. Asimismo, se sugiere optar por
métodos de cocción suaves como hervidos o al vapor y evitar frituras o
temperaturas mayores a 180 °C, que pueden generar sustancias tóxicas.
Ejercicio, suplementación y
postratamiento
Preservar
la masa muscular es esencial, incluso durante el tratamiento. “En Europa, ya
existen gimnasios hospitalarios para pacientes oncológicos. En Perú, deberíamos
aspirar a ofrecer ese soporte integral”, señala el experto.
La
suplementación se indica solo si la dieta no cubre los requerimientos
nutricionales. Su uso debe ser guiado por nutricionistas especializados.
Al
finalizar el tratamiento, mantener una dieta saludable no requiere grandes
inversiones. Se puede lograr con una alimentación balanceada, rica en frutas,
vegetales, proteínas de buena calidad, cereales integrales y grasas saludables.
Llamado a la acción
Desde la comunidad médica, se insiste en que la nutrición oncológica no
es un lujo, sino una necesidad. El acompañamiento profesional debe iniciarse
desde el diagnóstico y mantenerse durante todo el proceso. En este sentido, la
consulta nutricional es tan importante como la consulta oncológica. Comer bien,
en este contexto, no es suficiente. Se necesita comer estratégicamente para
garantizar un éxito del tratamiento.
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