domingo, 24 de agosto de 2014

Detectar tempranamente una enfermedad neoplásica como el cáncer de próstata incrementa las posibilidades de curación.
Doctor José Carlos Revilla, 
Médico oncólogo, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Nacional Alcides Carrión. 

Suplemento Domingo.- El cáncer de próstata es una enfermedad de muy lento crecimiento. Los principales síntomas se presentan cuando el paciente tiene una obstrucción de las vías urinarias, lo que llamamos 'síntomas obstructivos bajos'. Estos se caracterizan por nicturia, es decir, que el paciente se levanta a orinar varias veces en las noches y tiene dificultad para iniciar el chorro, teniendo que presionarse a veces la barriga para orinar. La diseminación de esta enfermedad empieza por el sistema óseo. No siempre se tienen problemas urinarios, o en todo caso son muy suaves, pero sí un gran dolor óseo, principalmente en el área lumbar y dorsal.

En cuanto a las causas, hay una mezcla de variables ambientales y hereditarias. Probablemente, el peso más fuerte esté centrado en la variable hereditaria, en la línea paterna del paciente.
Eso, sumado a un estilo de vida occidentalizado, principalmente basado en una dieta rica en grasa, probablemente sea la principal causa del cáncer de próstata. Nosotros manejamos una cierta regla: Si yo tengo un familiar en primer grado de consanguinidad con cáncer de próstata, la posibilidad que yo tenga la enfermedad es de 2 a 3 veces; si tengo 2 familiares, la probabilidad se incrementa hasta 4 a 5 veces; y si tengo 3, de 7 a 8 veces. Hay pues una relación directa con la edad y también con la etnia, ya que la gente morena tiene más predisposición para el cáncer de próstata.
Otra de las causas es la edad. A medida que el hombre envejece va teniendo más posibilidad de cáncer de próstata. Es más, hay teorías que indican que si el ser humano tuviera una larga vida –arriba de 150 a 200 años– casi todos los varones tendríamos cáncer de próstata. Pero esa es solo una teoría. 
Las dos principales pruebas a las que hay que someterse, y que se han mantenido inamovibles en el tiempo, son: el dosaje del PSA, que es una prueba de sangre en la que se solicita el dosaje de la sustancia PSA que la próstata eleva hacia la sangre; y el examen dígito rectal, también llamado tacto rectal. La combinación de las dos pruebas es la que permite detectar la presencia del cáncer de próstata.
Al igual que otras neoplasias, si se detecta tempranamente es curable. Esto es cuando la próstata está localizada dentro de la glándula prostática y no ha extendido sus límites.
Tenga en cuenta
Cerca del 70% del neoplasias prostáticas ocurren en la parte de la próstata que es abordable a través del tacto rectal. Si no hay tacto rectal no hay forma de detectarlas. El examen de tacto rectal es insustituible y debe ser una práctica rutinaria desde los 50 hasta los 70 años.

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