jueves, 19 de mayo de 2016

Salud en Casa.- Los jóvenes suelen quejarse de dolor en la espalda baja por múltiples razones: mala postura al sentarse, distensión muscular por el ejercicio o por cargar mucho peso a diario en la mochila. Este dolor de espalda común desaparece con el reposo y una medicación sencilla. Sin embargo, si el dolor persiste después de tres meses y empeora en vez de mejorar con el descanso, podemos estar ante un caso de espondilitis anquilosante.


El 1% de la población mundial la padece, en mayor proporción entre los varones que en las mujeres. Se trata de una enfermedad autoinmune que produce inflamación, dolor y rigidez en las articulaciones y ligamentos de la parte baja de la espalda. Si no recibe tratamiento adecuado, la enfermedad se extiende a todo el tronco, haciendo que las vértebras se fusionen, con lo cual la columna se vuelve completamente rígida.

¿Es una enfermedad de jóvenes?
La espondilitis anquilosante suele atacar entre los 17 y 35 años, aunque también se presenta a edades más tempranas. Se sabe que en su origen cuenta mucho la herencia, un dato que hay que manejar con cuidado pues una persona puede haber tenido familiares que sufrieron de esta enfermedad y no fueron adecuadamente diagnosticados.

Las características de esta dolencia contribuyen al diagnóstico erróneo. Algunos pacientes con espondilitis anquilosante sufren muy pocos episodios agudos durante toda su vida; otros, en cambio, tienen constantes manifestaciones y hasta llegan a la discapacidad motriz.

“El diagnóstico de la espondilitis anquilosante se hace muy tarde, generalmente entre 7 a 8 años después de iniciada la enfermedad”, dice el reumatólogo Boris Garro Barrera, reumatólogo de la Clínica de Día Jockey Salud y de la Clínica Delgado y docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

“Por esa razón, desde hace unos años hay nuevos criterios para clasificar a esta enfermedad en sus etapas iniciales como Espondiloartritis axial o periférica, basados en los síntomas, resultados por imágenes y una prueba especial en sangre”, añade.

Los síntomas más frecuentes son: dolor y rigidez, especialmente en los glúteos y la parte posterior de los muslos. En los niños suele comenzar con dolor debajo o detrás del talón, debajo de los dedos de los pies o alrededor de la rótula.

En algunos casos y a medida que avanza, la espondilitis anquilosante afecta otros órganos como pulmones, corazón y ojos, causa fiebre y pérdida del apetito.

¿Existe tratamiento para esta enfermedad?

El tratamiento habitual de la espondilitis anquilosante se lleva a cabo con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), que se limitan a reducir los síntomas, tales como inflamación y dolor. Se prescribe también antirreumáticos para tratar las molestias en las articulaciones. Más recientemente, sin embargo, se usan las terapias biológicas que actúan directamente sobre el sistema inmunológico, con lo cual van al origen de la enfermedad y no solo a sus manifestaciones. Consisten en inyecciones subcutáneas que se administran una vez al mes y que aplica el propio paciente.

“Las nuevas herramientas de diagnóstico son muy importantes porque ayudan a detectar a tiempo los casos de espondilitis anquilosante. Si se indica la terapia biológica en esta etapa, la mejoría es espectacular”, apunta el doctor Boris Garro.

Esta enfermedad es crónica, por lo que se debe seguir el tratamiento de por vida. La combinación de medicinas, ejercicios adecuados y la vigilancia del profesional de la salud garantizan que el enfermo consiga llevar una vida normal.

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