jueves, 20 de marzo de 2014

Que la víctima no permita que el lenguaje hiriente de su pareja afecte su autoestima.
 
Por: Mariela Celis
 
Diario Trome.- “Eres una inútil’, ‘nunca piensas’, son frases que mi pareja siempre utiliza para referirse a mí. Cuando le reprocho su conducta dice que exagero. Ya no sé cómo poner límites a ese comportamiento”.
 
MIRIAM (37)
La realidad de Miriam es una constante en muchas relaciones, donde el lenguaje hiriente es habitual y no es visto como un abuso hasta que se convierte en una verdadera pesadilla para la víctima.
 
Según el psicoterapeuta y presidente de la Comisión Nacional de Salud Mental, Aldo Pissani, la crítica que pasa a convertirse en insulto es propia de una persona que, aun siendo intelectual, detallista y honesta, tiende a empequeñecer a su pareja para encubrir sus propios complejos de inferioridad. “Encuentra en la humillación una forma insana de poder. Ese abuso verbal, por lo general, alcanza su máximo nivel en el ámbito privado como la casa, donde el agresor tiene todo el control”, señala.
 
Si la víctima, en un acto de subordinación, no detiene a tiempo el comportamiento de su agresor y deja que simule ser alguien correcto en público, va -sin querer- a propiciar nuevos escenarios de violencia, muchas veces más ofensivos. “Es paradójico, porque la persona que rebaja a su pareja posee gran capacidad para sociabilizar con personas fuera de su entorno, No obstante, revela su personalidad prepotente cuando ante una situación, no controla sus emociones. Se trata de un ser neurótico con conflictos de infancia no resueltos y heredero de un modelo distorsionado de familia”, afirma.
 
ENFRENTAR LA SITUACIÓN
Es importante -sostiene Pissani- que la víctima no permita que el lenguaje hiriente de su pareja afecte su autoestima. Por el contrario, debe asumir su propia salud mental como una responsabilidad y aclararle que no está dispuesta a aceptar humillaciones. “De repetirse los mismos episodios de violencia, será preciso que la agraviada busque ayuda de un especialista o en todo caso, denunciar el hecho. Jamás adoptar el patrón de dominio-sumisión”, enfatiza.
 
INSTANCIA LEGAL
La doctora Rosario Sasieta explica que si bien la violencia psicológica no deja marcas visibles, es un escalón previo a la agresión física. El problema es que no es tomado con seriedad y por eso la denuncia por maltrato verbal no llega a ningún estamento del Estado. “Si la agresión no se detiene, es sistemática, aconsejo a la persona perjudicada recurrir a la Fiscalía de la Familia”, indica.
 

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